Historias de los arrepentidos(parte 1)

Mié, 02/28/2018 - 07:55
Historias de los arrepentidos

Dios no creó a la humanidad para ningún otro propósito que el de adorarlo a Él. Sin embargo, el ser humanos nos hace frágiles y olvidadizos; pero al mismo tiempo, nuestra humanidad hace que nos sintamos satisfechos de nuestra propia importancia, orgullosos y arrogantes. La arrogancia, a su vez, hace que cometamos pecados, y nuestra falta de memoria a menudo nos hace cometer errores que fácilmente nos llevan al comportamiento pecaminoso. Dios nos conoce bien, Él es nuestro Creador. Él no nos abandonó a nuestra propia naturaleza imperfecta, Él nos proporciona innumerables oportunidades para que nos volvamos hacia Él en busca de perdón. De hecho, Dios ama que sintamos remordimiento y acudamos a Él buscando Su perdón para hallar así reposo.en este caso indicamos a una historia de arrepentimiento. “Hay en sus historias motivo de reflexión para los dotados de intelecto...” [Corán: 12:111]
El arrepentimiento de Sha’wana
Mulla Ahmad An-Narâqi en su libro de moral Mi‘râÿ As-Sa‘âdah, en el tema concerniente al verdadero arrepentimiento menciona una maravillosa historia:
Sha‘wâna era una jovencita. Era bailarina y tenía una hermosa voz. No le preocupaban las cosas permitidas o no permitidas. Cuando había una reunión donde había vicio y alcohol para la gente joven de Basra, esta joven era invitada para deleitarlos. Bailaba y cantaba entre esa gente corrompida por el placer y el disfrute. Junto con Sha‘wâna había un grupo de mujeres y otras chicas.
Un día mientras Sha‘wâna iba  con sus amigas a una de sus reuniones, oyó un lamento que venía de una casa. Ella se quedó pasmada. Preguntó: ¿cuál es el problema? ¿Por qué ese grito? Envió a una de sus amigas a que averiguara. Su amiga fue pero no regresó. Así que envió a otra de sus amigas pero tampoco volvió con noticias. Después le pidió a otra de sus compañeras que fuera a ver pero que no la dejara esperando tanto rato. Así que esta fue y al regresar le dijo: “ay mi señora, ese grito era de la gente pecadora y licenciosa”.
Sha‘wâna dijo: “es mejor que yo misma vaya y me cerciore”. Así que se aproximó al lugar y vio a un predicador que le estaba recitando a la gente un versículo del Corán que dice:
“Cuando les vea, lejos aún, oirán su furor y bramido. Cuando, atados unos a otros, sean precipitados en un lugar estrecho de él, invocarán entonces la destrucción”. [Corán: 25: 12-13]
Al escuchar este versículo y al entenderlo con su alma y corazón, Sha‘wâna lloró y gritó: “¡ay predicador! Yo soy una de las pecadoras. Estoy contaminada con el pecado y ahora estoy arrepentida y avergonzada. ¿Será que mi arrepentimiento es aceptado por el Creador?”
El predicador dijo: “sí, tus pecados te serán perdonados incluso si son tan graves como los de Sha‘wâna”. Ella respondió: “¡Qué vergüenza, yo soy Sha‘wâna. Mis pecados han sido tantos que me he convertido en un ejemplo entre  los pecadores! Desde ahora no iré más a esas reuniones y me abstendré de pecar”. El predicador dijo: “Dios es el Misericordiosísimo, incluso lo es contigo”.
Así fue que Sha‘wâna se arrepintió de corazón y se convirtió en una de los verdaderos adoradores hasta que su cuerpo, que había crecido en el pecado se purificó. Su corazón le dolía mucho y su pena le lastimaba bastante. Un día se miró al espejo y dijo: “¡Ah, esta es mi vida en este mundo, y ¿qué de mi otra vida?” Así que escuchó una voz en su interior que le dijo: “sigue con tu adoración y sabrás cómo será tu otra vida”.

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