Historias de los arrepentidos(parte 3)

Sáb, 03/03/2018 - 07:33
arrepentidos

Desobedecer a Dios siempre es un asunto serio; sin embargo, los eruditos del Islam han dividido los pecados en dos categorías: mayores y menores. Los pecados mayores son aquellos que implican la maldición de Al-lah o incurrir en Su ira, o que están ligados a la amenaza del castigo del infierno, lo que incluye el pecado de adorar a algo distinto de Dios, que es el peor acto que un ser humano puede cometer. Otros pecados mayores incluyen el homicidio, la brujería y el adulterio. Los pecados menores son definidos como actos de Le desagradan a Dios, pero que no tienen un castigo definido mencionado en el Corán ni en las tradiciones auténticas. Sin embargo, ellos no deben ser tomados a la ligera, pues los pecados menores fácilmente pueden llevar a los pecados mayores, y Dios nos advierte que tomemos en serio los pecados menores cuando nos dice: "…considerando que era algo sin importancia cuando, ante Dios, es algo grave. (Corán 24:15).
Un nómada que se arrepintió de la incredulidad y el  politeísmo

El Imam Sâdiq (P) narró que el Profeta de Dios les dijo cierto día a sus compañeros en el campo de batalla: “vendrá un hombre desde una de esas montañas. Ha desistido de seguir a Satanás (al demonio) desde hace tres días. No pasó mucho tiempo cuando apareció un Beduino. Su piel estaba pegada a sus huesos, sus ojos estaban hundidos y sus labios se habían enverdecido de tanto  comer legumbres. Preguntó por el Profeta (BP) y pidió hablar con él. Le dijo: “¡Ay Profeta, ofréceme el Islam!” El Profeta (BP) le dijo: “Di: No hay más dios que Dios y Muhammad es Su profeta”. El hombre dijo: “Atestiguo”. El Profeta le dijo: “debes rezar cinco veces al día y ayunar durante el mes de Ramadán”. El hombre dijo: “lo haré”. El Profeta añadió: “debes hacer la peregrinación a la Kaaba pagar el Zakât y hacer el Gusl para purificarte del estado de Ÿinâbah. El hombre dijo: “lo haré”. Después de esto, el hombre y su camello se atrasaron en la caravana. El Profeta paró y preguntó por el beduino. Algunos se fueron a buscarle. Encontraron que la pata de su camello se había quedado atrancada en un nido de ratas y este por lo tanto había caído al piso. El cuello del camello y de su dueño se había roto y por lo tanto cayeron muertos.  El Profeta (BP) les ordenó a sus compañeros que erigieran una tienda de campaña para hacerle el ritual correspondiente al hombre. La gente oía que el Profeta (BP) se movía de un lado para el otro dentro de la tienda. Cuando el Profeta (BP) salió de esta su frente estaba sudorosa. Dijo: “Este beduino al morir tenía hambre. Había creído el Dios y su fe no estaba mezclada con injusticia. Así que las huríes se apresuraron hacia él para darle frutos del paraíso. Una de ellas me dijo: “Mensajero de Dios, hazme una de sus esposas”, y otra también me dijo: “Mensajero de Dios, hazme también una de sus esposas”.

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