El mensaje del Líder de Irán, el ayatolá Jamenei

Vie, 05/05/2017 - 07:50

El Hach es un precepto celestial, terrenal, divino y humano. Por una parte, las directivas del Sagrado Corán, donde se dice: “Recuerden a Dios como recuerdan a sus antepasados o con más fervor aun” y “Recuerden a Dios en días determinados” y, por otra, la declaración del Corán sobre que: “la Mezquita Sagrada, que hemos establecido para los hombres —tanto si residen en ella

En el nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordioso.
Dios sea loado, Señor de los mundos. Que el saludo de Dios sea con nuestro maestro, Mohamad, con su progenie inmaculada y los compañeros que eligiera con aquellos que los siguen de manera justa, hasta el Día del Juicio.
¡Hermanos y hermanas! ¡Musulmanes del orbe!
Para los musulmanes, a los ojos de todas las criaturas, el periodo de Hach es momento de orgullo y gloria, época esclarecedora de los corazones, de humildad ante el Creador y de oración solemne.
El Hach es un precepto celestial, terrenal, divino y humano. Por una parte, las directivas del Sagrado Corán, donde se dice: “Recuerden a Dios como recuerdan a sus antepasados o con más fervor aun” y “Recuerden a Dios en días determinados” y, por otra, la declaración del Corán sobre que: “la Mezquita Sagrada, que hemos establecido para los hombres —tanto si residen en ella como si no—“, iluminan su infinita y diferente dimensión.
Durante el cumplimiento de este precepto sin igual, la existencia de seguridad en el periodo y el lugar donde se lleva a cabo, como si fuera un señal clara y una brillante estrella, otorga tranquilidad al corazón de los seres humanos, y aleja a los peregrinos del Hach del cerco de inseguridad creado por los opresores que dominan, que amenazan constantemente a la humanidad, y les hace sentir el placer de estar seguros durante dicho periodo.
El Hach de Abraham, que el Islam ha regalado a los musulmanes, es una manifestación de orgullo, de espiritualidad, de unidad y de gloria. Muestra la grandeza de la comunidad islámica y su dependencia del poder eterno de Dios frente a los malévolos y enemigos, también marca la distancia entre los musulmanes y el sumidero negro de corrupción, humillación y tiranía que los opresores y los prepotentes internacionales imponen a las comunidades humanas.
El Hach islámico y monoteísta simboliza la “firmeza ante los infieles y la amabilidad entre sí”; es la fuerza de renunciar a los incrédulos y una manifestación de amistad y unidad entre creyentes.
Los que han reducido el Hach a un viaje religioso-turístico y han ocultado su hostilidad y malevolencia hacia el pueblo fiel y revolucionario de Irán “politizando el Hach” son pequeños y débiles diablos que tiemblan ante el temor de hacer peligrar los intereses del gran satán: Estados Unidos.
Los gobernantes saudíes, que este año han obstaculizado el camino de Dios y la mezquita Al-Haram y que han bloqueado el camino de los orgullosos y fieles peregrinos iraníes a la casa de Dios, son personas poco honradas y equivocadas, pues piensan que su permanencia en el trono de la opresión depende de sus actos en defensa de las potencias hegemonistas del mundo, en alianza, con el sionismo y EE.UU., y en el cumplimiento de sus exigencias. Y en esta vía, son capaces de cualquier traición.
Ha pasado casi un año desde la terrible tragedia en Mina, en la que miles de personas perdieron trágicamente la vida bajo el sol caliente y con la boca seca, el día de Eid (al-Adha), vestidos con la ropa del Ihram. Poco antes, otro grupo de personas que oraban y realizaban el Tawaf y Salat en la mezquita Al-Haram murieron aplastadas.
Los gobernantes saudíes son culpables de ambos incidentes, en lo que coinciden todos los presentes, los observadores y analistas técnicos, algunos expertos llegan a afirmar que los incidentes fueron premeditados. El titubeo y la falta de acción a la hora de rescatar a los moribundos, que rezaban con el alma entregada en el Eid al-Adha, es evidente e indiscutible. Los despiadados y criminales saudíes metieron a los heridos y a los muertos en los mismos contenedores, y en vez de darles asistencia médica, auxilio o agua para su sed, los martirizaron.
Miles de familias de diferentes países perdieron a sus seres queridos y sus naciones quedaron afligidas. De la República Islámica de Irán hubo cerca de quinientos mártires. Los corazones de sus familias todavía están rotos y afligidos y el pueblo sigue desconsolado y enfadado.
Pero las autoridades saudíes, en lugar de disculparse, mostrar remordimiento y procesar a los culpables directos de esta horrible tragedia, con desvergüenza e insolencia sin igual, se negaron incluso a permitir la formación de una comisión de investigación internacional islámica.
En vez de colocarse en el lugar de los acusados, actuaban como si fueran los demandantes, con lo que evidenciaron maliciosa y frívolamente su vieja enemistad hacia la República Islámica de Irán y hacia cualquier bandera izada del Islam que se enfrente contra la blasfemia y la hegemonía.
Las voces propagandísticas de los políticos, cuyo comportamiento ante los sionistas y Estados Unidos es una fuente de vergüenza para el mundo del Islam, los muftís impíos y pecadores que descaradamente emiten fatwas (edicto religioso) contra el Libro y contra la Sunna y los medios de comunicación dependientes, a los que ni su conciencia profesional les impide inventar mentiras y mentir, se esfuerzan en vano para mostrar a la República Islámica como culpable de que los peregrinos iraníes hayan sido privados del Hach de este año.
Los gobernantes, impíos y sin conciencia, mediante la formación de grupos takfiríes (extremistas) malvados y suministrándoles armas, han sumido al mundo del Islam en guerras civiles y asesinatos y herido a inocentes y derramado sangre en Yemen, Irak, Siria, Libia y otros países.
Los políticos ateos que han ofrecido su amistad al régimen sionista (de Israel), han cerrado sus ojos ante los sufrimientos y catástrofes abrumadoras de los palestinos y ampliado su opresión y traición a las ciudades y pueblos de Baréin. Los gobernantes irreligiosos, sin escrúpulos, que ocasionaron la gran tragedia de Mina y que, como servidores de los lugares Santos, no respetaron la santidad divina y sacrificaron a los huéspedes de Dios en el día de Eid en Mina y poco antes en Mezquita al-Haram, ahora esas mismas personas dicen que no se debe politizar el Hach y acusan a otros de los pecados capitales que ellos mismos han cometido o causado.
Ellos son un ejemplo prefecto de lo que dice aclaratoriamente el Sagrado Corán: “Pero, apenas te vuelve la espalda, se esfuerza por corromper el país y destruir las cosechas y el ganado. Alá no ama la corrupción. Y cuando se le dice: « ¡Teme a Alá!», se apodera de él un orgullo criminal. Tendrá la gehena como retribución. ¡Qué mal hecho!”.
Este año, también, según los informes, además de obstaculizar la peregrinación a Hach de los peregrinos iraníes y de algunas otras naciones, han puesto bajo un control sin precedentes a los peregrinos de los países participantes, con el apoyo de las agencias de espionaje de Estados Unidos y del régimen sionista, y han vuelto inseguro para todos el Divino Santuario.
El mundo del Islam, incluyendo a los gobiernos y naciones islámicas, debe conocer a los gobernantes saudíes y entender correctamente su naturaleza blasfema, carente de fe, dependiente y materialista; no debe permitir que estos gobernantes eludan la responsabilidad de sus crímenes en el mundo islámico.
A causa del comportamiento opresor de los gobernantes saudíes hacia los invitados de Dios, el mundo del Islam debe pensar profundamente sobre la gestión de los dos lugares sagrados y la cuestión del Hach. La negligencia en este sentido enfrentará a la comunidad islámica con problemas más graves en el futuro.
¡Hermanas y hermanos musulmanes! Este año, están ausentes los peregrinos entusiastas y sinceros iraníes en la ceremonia del Hach, pero ellos están presentes con sus corazones entre los peregrinos de todo el mundo, preocupados por ellos, y ruegan que los malditos descendientes de los tiranos no consigan dañarlos.
Recuerden a las hermanas y hermanos iraníes en sus oraciones y meditaciones y rueguen por el fin del sufrimiento de las naciones islámicas y la liberación de la comunidad islámica de manos de los arrogantes, los sionistas y sus seguidores.
Conmemoro a aquellos que fueron martirizados en Mina y la mezquita Al-Haram el año pasado y los mártires de la Meca del año 1987. Le pido a Dios omnipotente que les otorgue su perdón y merced y las posiciones más elevadas. Extiendo mis saludos al Imam de la Época –que sea sacrificada mi alma por él- y pido que ruegue por el auge de la comunidad islámica y la salvación de los musulmanes del complot y de la maldad de los enemigos.
¡A Dios le pedimos éxito y en Él confiamos!
Seyed Ali Jamenei

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