¿Cuál es la característica del verdadero creyente?

Hay que afirmar, que una de las más destacadas características de los siervos justos de Dios es la humildad. El término “humildad” como virtud, a veces se traduce como “bajo” o “de la tierra” . Esto se refiere a un carácter humano por el cual el hombre se considera a sí mismo inferior a las demás personas en cuanto a esta característica. Del mismo modo, la humildad es opuesta a la soberbia. Una persona humilde no es pretenciosa ni egoísta como lo es una persona soberbia, quien se siente a sí misma en un estado social superior a los demás. 
La característica de la humildad es opuesta a la arrogancia y el orgullo. Por un lado, esta característica puede tener beneficios notables en el conocimiento y la cultura del ser humano, ya que la arrogancia impide al ser humano buscar y encontrar la verdad. Por otro lado, esta característica, puede afectar la vida social de la gente, ya que todo el mundo ama a las personas humildes y odia a los arrogantes. De hecho, las personas humildes son más respetadas entre la gente. No obstante, el beneficio más importante de esta característica se manifiesta en la relación del ser humano con su Creador, ya que el espíritu de todas las adoraciones y prácticas religiosas es la humildad y la sumisión ante Dios. La humildad y la modestia pueden atraer muchos beneficios divinos. Al respecto se ha narrado del Imam Hasan al ‘Askari (P) que dijo: “La humildad es una bendición que no provoca la envidia de los demás” 
Con respecto a este dicho del Imam (P) hay que explicar que generalmente las bendiciones y los bienes que obtiene una persona provocan la envidia de la gente, y a veces, esta envidia causa serios problemas para la vida de la persona. Sin embargo, la humildad es una bendición que no provoca la envidia de los demás. Es decir; nadie envidia a otra persona por ser modesta y humilde. 
Como fue señalado anteriormente, los más importantes efectos de la humildad se manifiestan en la relación del hombre con Dios. Los siervos justos de Dios siempre están humildes ante Él. De hecho, ellos han sentido la dulzura de la humildad y esto los hace ser humildes frente a toda la gente.  Por lo tanto, podemos afirmar que los verdaderos creyentes, además de ser humildes ante Dios, son humildes también ante los otros siervos de Dios.