El Estilo de Vida del Imam Rida (P)

Mar, 06/30/2020 - 17:08
Imam Rida (P)

Nuestros Inmaculados Imâmes vivían entre la gente y para la gente, prácticamente enseñaban a la gente como vivir, la pureza y las virtudes. Ellos eran un modelo y ejemplo para los demás, y a pesar de que el rango del imâmato los hacia destacar entre la gente, y eran los escogidos y prueba de Dios sobre la Tierra, no tenían un sitio especial en la sociedad, no se alejaban de la gente, tampoco poseían monopolio ni llevaban una vida privada como los reyes y opresores; jamás obligaban a la gente al yugo, ni la ofendían y mucho menos la humillaban.
“Ibrâhîm Ibn ‘Abbas” relata: “Nunca vi que el Imâm Ar-Rida (P) fuese falto de bondad con alguien; ni tampoco vi que cortase las palabras de otro antes de que terminase de hablar, jamás despedía a un necesitado sin darle lo que éste le pedía y estaba al alcance del Imâm, frente a otros no estiraba sus pies, nunca vi que hablara con ninguno de sus sirvientes descortésmente, nunca se reía a carcajadas sino únicamente dejaba ver una sonrisa en sus labios, cuando llegaba la hora de la comida todos los ocupantes de la casa inclusive el portero y el establero se sentaban a la mesa y comían junto al Imâm. Por las noches dormía poco y más bien la pasaba en vela, y la mayoría de las noches se quedaba despierto hasta la madrugada orando. Ayunaba en demasía y no olvidaba ayunar los tres días del mes. Realizaba buenos actos en secreto, y sobre todo aprovechando la oscuridad de la noche ayudaba de incógnito a los necesitados.
“Muhammad Ibn Abî ‘Ibâd” narra: “En verano el Imâm cubría el suelo con una estera y en invierno con una alfombra de lana. Su ropa —de casa— era burda y tosca, pero cuando se presentaba en alguna reunión social, se arreglaba y vestía como los demás”.
Una noche el Imâm tenía invitados. Cuando estaban platicando la lámpara se apagó. El invitado del Imâm estiró la mano para arreglarla, pero el Imâm lo detuvo, arreglándola él mismo, entonces dijo:
“Nosotros somos un grupo que no acepta que nuestros invitados trabajen”.
En otra ocasión en el baño público, un hombre que no conocía al Imâm le pidió que le ayudara a bañarse, el Imâm aceptó y comenzó a bañarlo. Los demás bañistas presentaron al hombre al Imâm. El hombre avergonzado comenzó a disculpares, pero el Imâm sin poner atención a lo que decía el hombre, continuó bañándolo, y le decía:
“¡No tiene importancia!, ¡no tiene importancia!”
Un hombre dijo al Imâm: “¡Juro por Dios, que de entre los antepasados que ocuparon la Tierra, ninguno se asemeja a vuestros ancestros en cuanto a superioridad y generosidad!” El Imâm respondió:
“La abstinencia les proporcionó generosidad, y la obediencia a su Creador, los hizo superiores”.

 

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