Vie, 05/05/2017 - 07:48
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Dijo Dios, Elevado Sea, a David (P): ¡Oh David! Albricia a los pecadores con lo vasto de Mi misericordia absoluta, la cual abarca todas las cosas, de forma que no se desesperancen de Mi misericordia; y amonesta a los bienhechores mediante el poder de Mi ira, de forma que no se ensoberbezcan por obedecerme, ya que ensoberbecerse provoca la vanidad, y la vanidad es el peor de los pecados.[1]
[1]: Iznâ ‘Ashrîiah, p.59.
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