El ser humano y la belleza

Lun, 11/01/2021 - 09:27
islam, belleza, mujer, hombre

Podemos apreciar que el mundo moderno, con todo su desarrollo científico y tecnológico, avanza en una continua evolución que sólo involucra el plano material. En su vorágine, ha sometido al ser humano bajo sus encantos, mostrándose a sí mismo como la fuente capaz de satisfacer todos los deseos y anhelos de la humanidad. Así los hombres, engañados por este monstruo gigantesco de apariencia bondadosa, se aferran a él como único medio de cubrir sus necesidades. El resultado está a la vista. Cada vez más las jóvenes generaciones resultan sentenciadas y sacrificadas en este mundo moderno donde la única vía para satisfacer las inclinaciones espirituales innatas es a través de los sentidos y acumulando bienes materiales. Así se genera un desvío en sus pensamientos y sus conductas, cayendo en la extralimitación y el extravío moral. De aquí surgen las frustraciones que dan lugar a toda la serie de patologías que afectan a las sociedades actuales, como ser los niños que asesinan a sus compañeros de escuela o que caen en perversiones como la droga, la prostitución y el suicidio. Todo esto deja en claro que el desarrollo tecnológico e industrial, así como el avance científico del mundo moderno han fracasado en canalizar y dar respuesta a las necesidades innatas del ser humano, tales como buscar la belleza, el amor, la amistad, el bienestar, el conocimiento, el porvenir, etc. Todos estos impulsos que en la adolescencia y juventud se manifiestan de manera explosiva, si no son correctamente encauzados, caen en el desvío y aniquilan a su dueño, relegando su desarrollo espiritual en pos de la satisfacción de los sentidos físicos. Así la persona pierde la capacidad de escuchar la verdad, de ver las evidencias manifiestas y de creer con su corazón. Tales sentidos (que, digamos, darían al hombre la “captación espiritual” por llamarlo de alguna manera) mueren en la persona, dejándola ciega, sorda e incapaz de razonar. En el presente trabajo, analizaremos la inclinación natural del ser humano a la búsqueda de la belleza y el modo en que tal inclinación debe ser canalizada para alcanzar un beneficio concreto y real, evitando la corrupción y la muerte espiritual del ser.
El hombre y la inclinación hacia la belleza. Una de las tendencias naturales que existen en el hombre es la inclinación innata hacia la belleza. El hombre naturalmente es atraído por aquello que es bello y lo busca aunque sea con muchos esfuerzos. Por ejemplo, tiene una inclinación innata por contemplar la belleza de los paisajes naturales del mundo, al punto que no existe fuerza u obstáculo en la naturaleza que pueda detenerlo. Esta inclinación hacia la belleza es muy poderosa en el hombre y no puede coartarse. Por supuesto que las sociedades y culturas pueden darle rumbo y encaminarla hacia el objetivo que ellas quieran. Y aquí está la clave de la importancia de este tema. Cuando hablamos de “belleza” lo primero que se vincula con el concepto es la forma externa de las cosas, su belleza exterior o manifiesta. Este concepto depende de la forma física, aspecto, color, etc. Claro que hay otros factores a tener en cuenta que hacen a un concepto más elevado de belleza, no limitado a cuestiones físicas. Por ejemplo, la belleza del bien, de la justicia, de la caridad, etc. Como sea que se considere, la belleza produce determinados efectos cuando se capta y se comprende, tales como la alegría y el goce. Tales estados sirven más para definir a la belleza que las palabras que puedan describirla. Pues la belleza se reconoce principalmente cuando se la encuentra, por los efectos que produce. Canalización de la inclinación hacia la belleza. El origen de la inclinación hacia la belleza es innato y no se encuentra bajo el control del hombre. El no puede bloquear o anular tal inclinación. Pero sí es posible darle un cauce correcto a tales fuerzas, orientarlas hacia un rumbo bueno. Y es muy importante saber como se puede hacer esto correctamente. Dios ha creado en el ser humano determinados deseos e instintos naturales, como la búsqueda de la belleza que produce un goce y una satisfacción de las pasiones naturales. También ha creado en el hombre otras tendencias innatas como la búsqueda de la perfección, la búsqueda de Dios. Tales tendencias naturales generan los medios necesarios para encauzar la fuerza de las pasiones por un buen rumbo. Y Dios nos ayuda en este paso a través de la conciencia humana, la cual hace oír su voz en los corazones por encima de los deseos e instintos naturales para encaminarlos correctamente. Cuando el hombre atiende a la voz de su conciencia aparece en él otra fuerza innata que lo impulsa a aunar todos sus esfuerzos en la búsqueda de la verdad, con el único deseo de alcanzar la perfección y el Ser Absoluto. Y Dios envía de Su parte a los Profetas (P) con el fin de hacer despertar en el hombre este impulso natural y su intelecto dormido. Los Profetas (P) no crean tal impulso sino que lo despiertan en el hombre. 4 Dice el Imam Alí (P) : “Entonces (Dios) Ha enviado entre ellos (entre la gente) a Sus Mensajeros y les Ha mandado sucesivamente a Sus Profetas con el fin de tomarles el pacto de sus naturalezas primigenias, recordarles lo que habían olvidado de Sus Mercedes, argumentar en su contra mediante la difusión (de la verdad : el Islam) y descubrir para ellos lo que sus intelectos habían sepultado...” (Nahyul Balagha, discurso 1) Aquello que el intelecto establece como norma general es que todo cuanto sea de una categoría inferior se someta a lo que se encuentra encima suyo. Como la tendencia innata más elevada de todas es el anhelo de buscar a Dios y adorarlo, lo que marca el intelecto es que la inclinación natural por buscar la belleza se coloque en este camino, y en consecuencia la búsqueda de la belleza sea la búsqueda de Dios. Cuando esto ocurre, las dimensiones del hombre adoptan el tinte del Monoteísmo y la belleza ante sus ojos es la belleza de la verdad.
“Ciertamente Dios es Bello y ama la belleza” (Al Uasail tomo III, pag. 340) Dios Mismo es la Belleza Absoluta y es el origen de la belleza de cada objeto. Entonces, la inclinación natural por buscar la belleza debe ser considerada como el punto de partida para la búsqueda de la Belleza Absoluta, que es Dios, pues de esta manera obtendremos la satisfacción completa. Pero en las sociedades modernas tal búsqueda se limita a las cuestiones físicas para satisfacer las pasiones más bajas del hombre, las que se encuentran en el nivel de la jerarquía animal y que producen un desvío en la conducta moral hacia la corrupción. Esto resulta notorio especialmente en occidente, donde los recursos se encuentran bajo el control de factores inmorales que buscan conducir a la gente a la búsqueda de la felicidad a través del consumo de productos materiales, estableciendo al ser humano en el grado de los animales. Tales sociedades llegan a perder todo rastro de humanidad y de religión, pues “obedecer a las pasiones deshace la religión” (Sharh Gurarul Hikam tomo IV, pag. 249) La pasión es el principal factor de rechazo de la sabiduría y el obstáculo más importante que impide alcanzar las realidades. Dice el Imam Alí (P) : “No se reúnen nunca la pasión y la sabiduría”. (Sharh Gurarul Hikam tomo VI, pag. 370) En la cultura islámica el hombre es guiado para que encauce su inclinación natural por buscar la belleza en la búsqueda de Dios. Una de las formas en que esto se encamina es por medio de las súplicas y oraciones. Por ejemplo, para el sagrado mes de Ramadán (mes de ayuno islámico), durante la noche, antes del amanecer, el musulmán se despierta y suplica diciendo : “¡Oh, Dios! Te ruego de Tu Belleza lo que sea más hermoso, y toda Tu Belleza es hermosa. ¡Oh, Dios! Te suplico, entonces, por toda Tu Belleza.” (Mafatihul Yinan, súplica para la aurora en el mes de Ramadán).

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