En la cueva de Hara'
Al Profeta (a.s.) le gustaba la soledad en la cueva de Hara'.
Pasó mucho tiempo allí reflexionando sobre los signos de Allah y sobre todos los hechos del universo que probaban la existencia de un Gran Creador. Su leal esposa lo observaba y se preocupaba mucho por él.
Ella temía demasiado por él. Envió a algunos tras él para protegerlo. Estaba segura de que él sería el gran profeta que Alá había elegido para salvar al hombre de las tinieblas de la ignorancia.
En la cueva de Hara', el Profeta (a.s.) recibió el mensaje de Allah el Todopoderoso.
Gabriel se acercó a él, lo honró con la profecía y le ordenó recitar una sura del Libro de Allah. Era la sura de "Iqra'; al-Alaq".
El Profeta (a.s.) se levantó y el ángel estaba con él. Dondequiera que miraba lo veía.
El Profeta (a.s.) se fue a casa aterrado. Habló con su esposa sobre lo que vio y oyó, y ella gritó
Alá nos protege. ¡Oh primo, alégrate y sé firme! Juro por Él, en Cuyas manos está el alma de Khadijah, que veo que serás el profeta de esta nación.
Allah no te avergonzará en absoluto, ya que mantienes una relación con tus parientes, eres sincero en tu discurso, devuelves los depósitos a sus dueños, llevas comida (para los necesitados), entretienes a los invitados y alivias las angustias de los demás".
Este discurso de Khadijah alivió al Profeta (a.s.) y lo hizo sentir seguro y tranquilo.
Cuando el Profeta (a.s.) se fue a la cama, Gabriel volvió a él trayendo consigo otra Sura.
El sura recitaba, (Oh tú que estás vestido. Levántate y advierte...
No era hora de dormir.
Tuvo que levantarse y luchar para salvar al hombre de la ignorancia y la esclavitud a otro que no sea Allah el Todopoderoso.
El Profeta (a.s.) saltó de su cama y le contó a su esposa Khadijah lo que vio nuevamente. Ella lo animó con más resolución.
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