Transformar la mirada de los jóvenes y tener confianza en ellos
Otra área de transformación que provocó Imam fue un cambio en la perspectiva hacia la juventud. Confiaba en los pensamientos y acciones de los jóvenes. Esa fue una transformación en el verdadero sentido de la palabra. Por ejemplo, cuando se formó el Cuerpo de Guardias de la Revolución Islámica, colocó a jóvenes de más de veinte años en la cima de esta organización. Eran jóvenes que tenían como máximo treinta años. Estaban en la cima del Cuerpo de Guardias y eran comandantes y generales. A esos jóvenes se les encomendaron grandes tareas.
Lo mismo ocurría con otras áreas. Tenía una confianza asombrosa en los jóvenes en los que creía y les dio responsabilidades en el poder judicial y otras áreas. Les asignó diferentes roles y confió en sus pensamientos y sus acciones.
Imam confiaba en la juventud y en las fuerzas veteranas
Sin embargo, no rechazó las capacidades de las fuerzas veteranas. En estos días, destacamos en gran medida el papel de la juventud, pero algunas personas piensan que confiar en la juventud significa eliminar a los veteranos de la escena. Sin embargo, Imam no quería esto en absoluto. Tenía confianza en la juventud como provisión y fuente de riqueza para el sistema. No obstante, tenía tanta confianza en las fuerzas veteranas. Por ejemplo, cuando nombró a esta persona humilde, que no era muy anciana, como líder de oración de los viernes de Teherán, simultáneamente nombró al difunto Shahid Ashrafi, un hombre de ochenta años, como líder de oración de los viernes de Kermanshah o le dio varias asignaciones al difunto Dastgheib y los otros "Mártires del Mihrab". Todos ellos eran hombres de 60 o 70 años.
En las Fuerzas Armadas y en el Cuerpo de Guardias, puso a la juventud a cargo de ciertos asuntos. En el Ejército, encomendó varias tareas a Shahid Fallahi y al difunto Zahir-Nejad. Eran personas de entre 60 y 70 años. Imam se benefició de tales personalidades. No fue el caso que eliminó a las fuerzas veteranas de la escena por su confianza en la juventud. Otro ejemplo es el difunto Asgar-Oladi, quien asumió una responsabilidad en la Fundación de Ayuda Imam Khomeini cuando no era muy joven.
Entonces cuando decimos que él confiaba en la juventud –hoy también creemos que se debe confiar en la juventud y que las fuerzas jóvenes deben ser beneficiadas para el progreso del país: ya me ocuparé de este asunto más adelante– quiere decir que la juventud es un provisión y fuente de riqueza que debe ser utilizada en beneficio del país. Sin embargo, esto no significa que si fuerzas experimentadas y veteranas, que son otra fuente de riqueza, están dispuestas a ayudar, no debamos beneficiarnos de ellas.
Cambiando las perspectivas hacia las superpotencias globales
Entonces, él provocó estas transformaciones, pero también llevó a cabo otra transformación importante, que fue quizás más importante que algunas de las anteriores: cambiar la perspectiva hacia los poderes y superpoderes globales. En ese momento, nadie creía que se podía decir algo diferente de lo que dijo EE. UU. y hacer algo diferente de lo que hizo EE. UU. Sin embargo, Imam actuó de tal manera que los presidentes estadounidenses admitieron que “Khomeini nos humilló”. Y esa era la verdad del asunto. Imam, sus seguidores y los jóvenes que le obedecían humillaban a los superpoderes en el verdadero sentido de la palabra. Rompieron su fuerza de voluntad y los obligaron a abandonar la arena. Imam demostró que los superpoderes eran vulnerables y superables. El futuro le dio la razón. Usted fue testigo de lo que le sucedió a la antigua Unión Soviética. En la actualidad, Estados Unidos también está en malas condiciones. Eres testigo de lo que está sucediendo allí [las protestas en todo el país tras el asesinato policial de George Floyd]. Nadie hubiera creído que estas cosas pudieran suceder. Imam plantó la idea en los corazones de la gente de que las superpotencias eran vulnerables y podían ser derrotadas.
Imam Jomeini fue el Imam de la transformación
un parte del texto completo de un discurso televisado pronunciado el 3 de junio de 2020 por el Ayatollá Jamenei,
el líder supremo de la Revolución Islámica, en el 31 aniversario de la muerte del Imam Jomeini (r.a).
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