Dado que todo el poder y la autoridad pertenecen a Dios, los hombres de cualquier clase a quienes se confiere autoridad debe ejercerla como servidores y ministros de Dios ante los hombres. Por tanto, los tiranos, los imperialistas, los esclavistas y los exploradores de sus congéneres están fuera de la ley.
El Islam encarece el respeto entre las personas; establece que la única verdadera igualdad al alcance del hombre es la igualdad en el sometimiento a Dios, para servirle entre la humanidad. Ese sometimiento capacita a cada uno a encontrar su lugar en el todo sin ser faccioso, partidario y sentir superioridad. Cada uno es su propio amo. El Islam es campeón e intérprete de los derechos humanos. Regula cada detalle de la vida personal y comunal con equidad.
Es el garante y el guardián de la libertad ante el Señor. Su origen y culmen es la unidad. No excluye a nadie, aunque algunos se le opongan; no hace diferencias, aunque algunos insistan en ser diferentes. Los musulmanes dicen a los judíos, quienes lo dicen a los magos, quienes lo dicen a los nazarenos: “¿Por qué permanecéis aparte? Unámonos en el credo común de que Dios es Uno”. Está escrito en la Sura 3, “La Familia de Imaran”, aleya 62: “Di: ¡Gente de la Escritura! Convengamos en una fórmula aceptable a nosotros y a vosotros, según la cual no serviremos sino a Allah, no Le asociaremos nada y no tomaremos a nadie de entre nosotros como señor fuera de Dios!”
Los pueblos del mundo de hoy claman por la unidad, la justicia y la libertad. Quieren salvarse de la explotación y de la guerra. Se extravían como ovejas fuera del rebaño. Permitirles volver a las iluminadoras regulaciones del Islam para la vida y la convivencia. Bajo ese sol común, todos: negros, blancos, rojos, amarillos, son uno en la justicia, la libertad y la igualdad. Para el Islam, la verdad es mejor que la mentira, no los logros intelectuales o manuales de gentes de diferentes dones, sino en los logros morales de un corazón puro.
Abre igualitariamente a cualquiera sus diferentes gracias. Como está escrito en el Corán, Sura 49, “Las Habitaciones Privadas”, sura 13: “!Hombres! os hemos creado de un varón y de una hembra y hemos hecho de vosotros pueblos y tribus, para que os conozcáis unos a otros. Para Diosel más noble entre vosotros es el que más Le teme”. El Profeta (P) afirmó explícitamente: “Los árabes no son más privilegiados que los no árabes, no blancos ni negros.
La bondad espiritual y la verdadera piedad son las únicas distinciones entre los humanos que Dios reconoce”.
Tras la victoria del Profeta en la Meca, un grupo de árabes arrogantes reclamó privilegios por su idioma y por su raza. Les dijo: “Gracias sean dadas a Dios que por las sublimes doctrinas del Islam nos ha liberado el orgullo y la prepotencia. Sabemos ahora que ante los tribunales de Dios sólo existen dos grupos.
El de los justos que es precioso a los ojos de Dios y el de los pecadores, que bajarán sus cabezas con vergüenza”. Un hombre dijo al Octavo Imam: “No hay hombre sobre la tierra con ancestros más nobles que los tuyos”.
Replicó el santo: “Su grandeza y honor descansaban en su piedad y celo por hacer la voluntad de Dios”. Con esas palabras, el Imam rechazó al hombre que deseaba elogiar y engrandecer la estirpe del Imam (P) y llevó su mente a ideas de piedad. Otro dijo al Imam (P): “!No jures, hombre! Hay un hombre vivo que es el mejor, cuya piedad es mayor y su obediencia a Dios más completa. Por Dios que es verdad que no ha sido abrogada la aleya del Corán que dice: "El más honorable ante Dios es el más virtuoso”.
Referencias
Islam y racismo, Sayyed Mujtaba Musawi Lari.
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