se dice que un joven el cual aún no había llegado a la edad de la adolescencia saludó al Mensajero de Dios (BP) y por la alegría que sintió al verlo, su rostro se alegró y sonrió. El Enviado le preguntó: “¡Oh, joven! ¿Me quieres?” Respondió: “¡Oh, Mensajero de Dios! Juro por Dios que sí”. Dijo: “¿Al igual que a tus ojos?” Contestó: “Más aún”.
Preguntó: “¿Al igual que a tu padre?” Replicó: “Más aún”. Inquirió: “¿Al igual que a tu madre?” Replicó: “Más aún”. Interrogó: “¿Al igual que a ti mismo?” Respondió: “¡Oh,¡Mensajero de Dios! Juro por Dios que aún más”. Dijo: “¿Al igual que a tu Dios?” Exclamó: “¡Por Dios, por Dios, por Dios! ¡Oh, Mensajero! Este grado (de amar a Dios) no es para ti, ni para cualquier otro. En realidad, yo te amo porque amo a Dios”.
En ese momento, el Mensajero de Dios volteó su rostro hacia sus compañeros y les dijo: “Sed así. Amad a Dios por el Favor y Benevolencia que tiene hacia vosotros, y amadme a mí por el amor que sentís hacia Dios”.
Fuente: Irshâdul Qulûb, 161.
Añadir nuevo comentario