Las religiones al servicio del ser humano :La situación actual de la comunidad

Dom, 06/03/2018 - 11:22
religión

Cuando hacemos una comparación minuciosa entre las raíces ideológicas y dimensiones visibles de la justicia económica y social y la realidad actual de las sociedades en los países musulmanes, encontramos que existe una gran diferencia.
El último cuarto de siglo ha sido testigo del incesante esfuerzo y de los logros obtenidos por el mundo musulmán en el campo de la justicia y en la aplicación de una parte de las disposiciones correspondientes. Sin embargo, los elementos esenciales no estaban presentes, por lo que encontramos que el esfuerzo y los eventuales logros han sido inconsistentes y de poco resultado.
La disociación del principio de justicia social y económica de la ideología islámica forma parte de la trágica separación de religión y Shari’a. La existencia de esta división y la aceptación de las distintas categorías de la misma por parte de los musulmanes han hecho desaparecer la profundidad, la universalidad y la permanencia de las bases de la justicia, hasta el punto que la justicia económica y social se ha convertido en un mero objetivo político y social.
Esta doctrina carente de resultados sociales ha tenido un efecto psicológico en la mayoría de los musulmanes, de forma que creen que la religión no afecta a sus vidas cotidianas o a su comportamiento privado. Para algunos, se trata solo de algo relativo al culto que regula la relación entre el ser humano y su Creador y que facilita el viaje de la muerte, ni más ni menos.
No sabemos exactamente cuando surgió esta conspiración. Si fue a manos de un amigo ignorante o de la emboscada de un enemigo. Lo que sí es seguro es que esta situación ya existía antes de la interacción intelectual entre Europa y el mundo musulmán. Tras esta interacción, surgió como algo tan claro e influyente, que se ha convertido en la tendencia predominante en la comunidad musulmana.
Dios es adorado solo en las mezquitas, los viernes y durante el mes de Ramadán. La fe del ser humano aparece solo en circunstancias difíciles, cuando está enfermo, ha fracasado, ha sufrido una pérdida o cuando es pobre y viejo. Sin embargo, mientras tiene vitalidad, es joven y tiene éxito y salud, pues no, no hay lugar para la fe en su vida.
El mercado, las fábricas, las granjas, oficinas y el resto de lugares en esta vida están cerrados a la fe, se encuentran fuera de su dominio.
Aquellos que establecieron y predicaron esta visión querían áreas de trabajo donde la fe no fuese rival y Dios no pudiese observarlos para así poder llevar a cabo sus ambiciones y deseos, explotar al ser humano sin piedad, elegir los medios necesarios para obtener beneficios sin restricciones y sin tener que comprometerse a elegir los medios adecuados para obtener ganancias. Los que deseaban esto son los mensajeros de la civilización occidental capitalista. Aquellos que consideraron que los sentimientos religiosos y los compromisos morales eran un obstáculo en su camino y por ello persistieron en eliminar sus raíces y apagar sus cenizas en el mundo.
Habiendo pasado ya la época de la escolástica y de sus seguidores, iniciaron la etapa del capitalismo, que es su mensaje sagrado. Así pues, el capitalismo empezó a actuar con total libertad y sin ningún obstáculo, produciendo, manufacturando, exagerando su producción, buscando mercados de consumo, colonizando, explotando, luchando, devastando pueblos y civilizaciones y creando necesidades artificiales, etc, etc.
Pero hay señales que confirman que al final del viaje tendrán que cavar la tumba de su propia civilización y se enfrentarán a la destrucción de la humanidad y su civismo. Con sus acciones han creado, en algunos ámbitos de la vida, un vacío ideológico, una pobreza, que casi es blasfema, contradicciones que han provocado a los pueblos del mundo y a ellos mismos graves dificultades y dolores incurables.
Tras esta frase de protesta, volvamos a la situación de nuestra comunidad para decir: el ser humano ha sido separado de la justicia y la devoción ha sido vaciada de su contenido y se ha convertido en un ritual, a pesar de que el Corán insiste en numerosas ocasiones en que si la adoración o incluso la oración se interponen a la hora de realizar una buena obra o de ayudar al vecino, entonces ¡Ay del que rece!
Tal vez algunos religiosos, mediante sus llamamientos o sus silencios, contribuyeron a sustituir la justicia por los actos de devoción, aunque el Islam declare:
“El mejor acto de adoración es una palabra justa frente a un gobernador injusto”.
Es evidente que el resultado de estos métodos educativos era muy peligroso. La falta de justicia en las sociedades ha sobrepasado los límites del peligro político y social y ha provocado desviaciones ideológicas. Esto ha generado una gran decepción con la religión, representada por sus instituciones y sus hombres, los cuales callan ante estas injusticias y no luchan por los derechos de las personas.
La conclusión es que esta separación ha trastornado los intentos de lograr justicia en nuestra sociedad, ocasionando problemas sociales, políticos e ideológicos extremos.
Cuando algunas comunidades logran establecer una justicia parcial, carente de base ideológica, las dificultades van en aumento, porque este tipo de justicia conlleva comparaciones generales y culturales e impone a la sociedad un cierto tipo de consumo, y por lo tanto una nueva forma de vida que la pone en peligro de ser destruida.
La responsabilidad de los sabios religiosos en este campo es enorme, precisa y de gran urgencia, ya que son los encargados de servir a la nación y a su gente, especialmente a los desfavorecidos. Ellos son los únicos capaces de dar una imagen correcta de la lucha de los desposeídos y los oprimidos en las sociedades, manteniéndola alejada de la influencia extremista y atea. En particular, los sabios religiosos pueden evitar la desviación de los esfuerzos que se están realizando para que los derechos lleguen a sus legítimos dueños. Los tiranos y usurpadores suelen acusar a estos movimientos de ateos o sectarios, el mejor antídoto contra estas armas destructivas es contar con el apoyo y la aprobación de los sabios.
La situación que la comunidad musulmana está viviendo hoy en día no es el resultado exclusivo de la falta de comprensión de lo que significa la justicia económica y social islámica o de los peligros derivados del desviamiento, por no mencionar la falta de una visión global de la justicia, además de otros motivos. La verdad es que la justicia económica y social no es aplicada salvo en casos excepcionales.
El número de personas privadas de justicia y de una vida digna aumenta constantemente en las sociedades musulmanas, y su sentimiento de privación se profundiza cada vez más debido a la presencia de extravagancias, pretensiones de riqueza y lujo a su alrededor.
La población musulmana vive hoy en día en diversos países y con niveles de vida extremadamente dispares. Después de la aparición de los recursos naturales y la subida de los precios de las materias primas en el país, ha aumentado la pobreza de la mayoría de la población y ha aumentado la riqueza del resto.
La amarga realidad se presenta con claridad delante de todos y todo esto sucede sin ningún tipo de disculpa o intención de aplicar la justicia entre los pueblos que pertenecen a una misma comunidad.
Los países árabes ricos han contribuido a la financiación del presupuesto militar contra los países enemigos, pero esta contribución no alcanza ni la décima parte de los beneficios que les proporcionó la guerra. Por lo tanto, sufragar la guerra con Israel no obvia la necesidad de contribuir con la población musulmana que lucha contra la pobreza, el hambre y el subdesarrollo.
Debemos tener en mente que lo que se requiere para lograr justicia no es una contribución o una concesión, sino préstamos sin intereses que permitan a las personas pobres elevar su nivel de vida implementando proyectos de desarrollo. El Islam fomenta el préstamo sin interés y considera que el valor de un dírham de préstamo ante Dios supera el valor de un dírham de caridad.
Si seguimos analizando la situación de la Umma[1] nos encontramos con algo sorprendente, ya que los países islámicos tratan a la población de otros países musulmanes como extranjeros, y en algunos casos incluso peor.
Tasas de importación sobre los productos, restricciones a los trabajadores, violación de los derechos de los trabajadores musulmanes en la mayoría de los países islámicos, las duras condiciones que rodean a los expertos musulmanes que emigran a otros países, que son sometidos a insultos, sufrimientos y daños, el impacto de las tensas relaciones entre los gobernantes en el tema de la relación entre los pueblos, especialmente entre las clases trabajadoras; estos y muchos otros dolorosos ejemplos confirman la ausencia de justicia en la comunidad musulmana en la actualidad.
Es necesario añadir unas líneas más para completar la verdadera imagen de la realidad que vive la comunidad y la situación de la justicia en ella. Debemos hablar de la situación de los jóvenes, de la preocupación que sienten por el futuro, por un lado, y de las desviaciones a las que se ven sometidos debido a la falta supervisión adecuada. También debemos mencionar la situación de la mujer, la situación de las personas que viven en zonas remotas y de los agricultores en la mayoría de los países musulmanes.
Llegados al final de esta presentación me gustaría ofrecer las siguientes sugerencias:
1 - Una recomendación para todos los sabios religiosos del mundo musulmán y para todos los fieles que desean alcanzar los objetivos islámicos: priorizar, de entre todas sus obligaciones, la de situarse junto a los desposeídos y los oprimidos y hacerse cargo de sus problemas, según las circunstancias de su país, y luchar para que la justicia prevalezca, sea cual sea el precio y los sacrificios.
2 - Hacer un llamamiento a los gobiernos en el mundo musulmán, por medio de una carta detallada, para que consideren esta etapa de su historia, en la que han iniciado un periodo de construcción interna, como un periodo de ayuda a los desposeídos y de elaboración de proyectos que ayuden a alcanzar esta meta.
3 – Hacer un llamamiento a los gobiernos que se reúnen en la Conferencia General de los Países Islámicos para que elaboren proyectos que desarrollen las regiones y las clases desfavorecidas y para que aprueben leyes que mejoren las condiciones de los trabajadores, expertos e inmigrantes que viven en sus países, así como que desarrollen una legislación específica en materia de
aduanas, problemas de exportación e importación, a fin de lograr una mayor justicia entre los pueblos musulmanes.
4 - Desarrollar un estudio completo sobre la justicia económica y social en el Islam, su importancia y su lugar en la religión, que después sea publicado por los medios de comunicación, en libros de texto, y en particular, en las universidades interesadas en las cuestiones sociales y los institutos religiosos.
(Extracto de las charlas ofrecidas en el noveno foro de conferencias sobre Pensamiento Islámico, Tomo IV, edición de Argelia / Talmsan, 15 Rajab, 1395 H. correspondiente al 25 de junio de 1975.)(Las religiones al servicio del ser humano, P 264, Diez artículos de Seyed Musa Sadr)

[1] La comunidad islámica.

tolidi: 
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