EL ALMA COMBATIVA DE LOS ARABES antes del islam

Mié, 07/18/2018 - 16:21
el profeta del islam

La avaricia tenía un ejemplo vivo en los árabes pre islámicos. Su tendencia materialista era increíble; no miraban ninguna cosa sin calcular la ventaja que de ella podían obtener. Se consideraban más nobles y superiores a los demás. Les fascinaba el libertinaje y odiaban cualquier cosa que constituyera un límite en su ejercicio. Escribe al respecto Ibn Jaldún: "Aquel pueblo era de una naturaleza bárbara y saqueadora, y este carácter se hizo tan común en ellos que se había convertido en algo agradable de poseer. Es por eso que no obedecían las órdenes de sus mayores. Evidentemente semejante modo de vida contraría a la civilización". Luego agrega: "Era natural en ellos el saqueo y el hurto; robaban cualquier cosa que veían en manos de otro. Sus provisiones eran obtenidas bajo la sombra de la lanza. Y no hablemos de la usurpación, no tenía límite." Se relata que cierta vez cuando un árabe oyó de la paz del Paraíso preguntó: "¿En el Paraíso se libran batallas?" Ni bien le respondieron que no, dijo: "¿Entonces de qué vale ir?".
En la historia de Arabia se han librado más de 1700 guerras, algunas de las cuales duraron 100 años o más, es decir, que algunas generaciones pasaron toda su vida en guerra. A menudo un ínfimo problema desataba guerras interminables. El árabe creía que la sangre sólo podía lavarse con más sangre. El relato de Shanfarah, por ejemplo, parece al respecto más una leyenda que una realidad, y nos muestra su extremo fanatismo. Cuenta la historia que cuando este hombre fue ofendido por un integrante de la tribu de Banu Salman decidió matar a 100 de sus miembros. Después de mucho tiempo de acechanzas logró dar muerte a 99. Finalmente un grupo de ladrones lo mató a él cuando se encontraba cerca de un pozo. Y es increíble pero después de mucho tiempo Shanfarah mató al centésimo de la tribu de Banu Salman. Se dice que un día de gran tormenta pasó por allí un miembro de aquella tribu y por el fuerte viento su cráneo pegó en su pie. La intensa herida terminó por matarlo.
Los árabes se habían acostumbrado tanto al saqueo y al derramamiento de sangre que a mayor cantidad de bienes saqueados mayor honor poseían. Un poeta pre islámico que observaba la poca capacidad de su tribu para el saqueo exclamaba: "¡Ojalá perteneciera a la tribu de aquellos que ni bien montan sus caballos saquean y obtienen beneficios!". Dice el Sagrado Corán al respecto: “...y acordaos de las mercedes de Dios para con vosotros, cuando eras adversarios, que El concilió vuestros corazones y, merced a Su gracia, os convertisteis en verdaderos hermanos, y cuando estuvisteis al borde del abismo infernal os salvó de él... "(3: 103) (LUZ DE LA ETERNIDAD, P13, Ya'far Subhani)

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