Abdul Malik era un ateo egipcio quuie negaba la existencia de un Dios creador, según él, el universo fue creado espontáneamente de la nada.
Un día, vino al Imam Sadiq (la paz sea con él) quien le preguntó su nombre. “Abdul Malik” contestó. El Imam (la paz sea con él) le preguntó su sobrenombre “Abu Abdullah”, él respondió. El Imam: El reino del que eres esclavo, ¿es un reino celestial o es un reino de la Tierra? Ateo: Nunca he pensado en ello. El Imam: ¿Has ido bajo la superficie de la tierra? Ateo: No. El Imam: ¿Sabes lo que hay debajo? Ateo: No. El Imam: ¿Has visitado el este y el oeste? ¿Sabes lo que hay más allá de sus límites? Ateo: No. El Imam: Es sorprendente que aun, cuando no tienes ningún conocimiento de los cielos y de la tierra, del este y del oeste, puedas negar la existencia de Dios. ¿Cómo puede un hombre ignorante hacer semejante afirmación? Sólo reflexiona sobre eso, la luna, el sol, la noche y el día, que se mueven de una manera en particular, ¿No están acaso indefensos y cautivos en sus órbitas? Si no fuera así, no hubieran vuelto a pasar luego de la primera vez. Si no estuviesen indefensos, ¿por qué algunas veces no es noche en lugar de día? ¿No has reflexionado sobre la tierra y el cielo, del por qué el cielo no choca con la tierra? ¿Por qué la tierra no se hunde en sí misma? ¿Quién los creo estables? Quien lo hizo es nuestro e incuestionable Poderoso Dios”. Al oír esto, quedó sorprendido y a cada momento recitaba los dos testimonios de la fe islámica y se convirtió en musulmán.
Otro debate con Abu Shakir
Un día, Abu Shakir fue ante el Imam Sadiq (P) y dijo. “Pruébame la existencia de Dios”. El Imam (la paz sea con él) le pidió que se sentara. En ese momento, pasaba un muchacho cargando un huevo de gallina. El Imam (la paz sea con él) lo llamó y tomando el huevo lo mantuvo en la palma de su mano. Entonces, le dijo a Abu Shakir: “Mira, es una fortaleza tan sólida que no tiene puertas. En su exterior es una dura piel y debajo una delicada membrana, dentro de la cual flotan dos mares de oro y plata. Pero ni lo amarillo se mezcla con lo blanco, ni lo blanco se funde con lo amarillo. Ni un técnico puede entrar en él ni un destructor salir de él. Nadie puede saber si el recién nacido será macho o hembra. De pronto, se rompe y un hermoso polluelo sale de él. ¿Puede tu razón aceptar que todo esto sucedió sin un diseñador o hacedor?” Oyendo esto, Abu Shakir agachó su cabeza y dijo. “Hoy me arrepiento de mis creencias y acepto la religión del Islam”
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