En cuanto al derecho de quien te dirige en el conocimiento, implica que lo honres y respetes su clase de enseñanza. Préstale suma atención y dedicación. Pídele asistencia para enseñarte todo lo imprescindible
en sabiduría, haciendo que tu intelecto sea exclusivo para él, preparándole completamente tu percepción, abriendo y purificándole tu corazón, y así despejarle tu vista para él abandonando los placeres
y aplacando los deseos. Debes saber que, cuando te preguntan algo, tú eres su mensajero entre la gente ignorante. Por consiguiente, es tu deber transmitir correctamente sus palabras y no traicionarlo
en el cumplimiento de su misión, y hacerte cargo de ella si la asumes. Y no hay poder sino en Dios.
Epístola de los derechos del Imam Sayyad (P), Pág. 18.
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