El ser humano es consciente tanto de sí mismo como del mundo. Tiende a tomar conciencia de ambos. De esta manera, su fortuna y su prosperidad están ligadas a la conciencia de las dos cosas. No es fácil juzgar cual de ellas es más significativa.
Algunos sobrevalúan la conciencia de sí mismo respecto a la del mundo, y viceversa. El tipo de aproximación que se tome revela posiblemente algunos aspectos de la diferencia que existe entre las pautas del pensamiento Occidental y del pensamiento Oriental. También se nos puede revelar una diferencia entre conocimiento y fe por el hecho que el conocimiento es un medio para la conciencia del mundo mientras que la fe es un fundamento para la autoconciencia.
Debe notarse, sin embargo, que el conocimiento tiende a la comprensión del propio ser — ésta es realmente la función de la psicología—, pero la conciencia que el conocimiento nos presenta actualmente es inerte y muerta. No evoca nuestras emociones. No despierta nuestras fuerzas dormidas. Por el contrario, la conciencia que la fe y la religión ofrecen, es decir, la conciencia religiosa, inflama toda la existencia humana. Es la conciencia la que nos recuerda nuestro verdadero ser, la que elimina nuestro olvido, la que inflama nuestra alma y la que nos hace sufrir. Ello no es producto de la ciencia y de la filosofía.
Las ciencias terrenales y filosóficas crean el olvido y causan la pérdida de la visión de uno mismo. Esta es la razón por la que hay muchos filósofos insensibles e inconscientes del «yo», a la vez que hay muchos hombres simples e iletrados con plena conciencia de sí mismos.
La llamada a la conciencia por medio de «conócete a ti mismo para que puedas conocer a tu Señor» y «No olvides a tu Señor así como no te olvides de ti mismo», es el epígrafe de todas las enseñanzas religiosas. Esto se enfatiza en el Corán y también en la palabras del Profeta (PB) y del imam Alí (PB). El Sagrado Corán dice: ―…No seáis como quienes, habiendo olvidado a Dios, hace Él que se olviden de sí mismos. Estos tales son los perversos…‖ (C. 59:19). Se cuenta que una vez el Profeta (PB.) dijo:
«Quienquiera que se conozca a sí mismo, conocerá a Dios.»
Y se dice que Alí (P.) reconoció que: «El autoconocimiento es el más beneficioso entre todos los tipos de conocimientos». En otra ocasión dijo: «Me sorprende que quienes pierden cosas las busquen pero que quienes pierden su «yo» no lo busquen.» La principal crítica proyectada hacia la cultura occidental por los intelectuales de todo el mundo es que se trata de una cultura consciente del mundo que tiende al olvido del «yo».
Dentro de esta cultura uno podrá llegar a conocer simplemente el mundo. Cuanto más vaya uno aumentando su conocimiento del mundo, más irá olvidando su propio ser. Este es el real misterio de la decadencia de la humanidad en el Occidente. Cuando uno pierde su propio ser, («Khusran-i Nafs»), para citar el Corán, ¿de que servirá ser dueño del mundo? La crítica más fuerte hacia la cultura occidental proviene del último líder de la India, Mahatma Gandhi (1869-1948). En su libro ―Mi religión‖ dice Gandhi: ―Un occidental puede lograr grandes proezas que otros pueblos las asignarían a la benevolencia de Dios. Sin embargo, no es capaz de reflejar su yo interno. Esto es suficiente para revelar lo absurdo del falso brillo de la civilización moderna.
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