Una mirada a las causas profundas de la crisis familiar en Occidente en el Día Mundial de la Familia - Libertad personal y materialismo, las dos fuerzas impulsoras del liberalismo occidental

Mié, 05/15/2024 - 09:43

 

Una mirada a las causas profundas de la crisis familiar en Occidente en el Día Mundial de la Familia
Libertad personal y materialismo, las dos fuerzas impulsoras del liberalismo occidental

"Cuando uno percibe que la naturaleza del ser humano es individualismo, resulta que se corta su conexión con todo lo que lo rodea. En el contexto occidental, la noción de 'sujeto filosófico' se centra en el individuo. Esta idea de individualidad se originó en el nominalismo y Más tarde, en el protestantismo cristiano, es esta comprensión de la individualidad la que se convirtió en la piedra angular de la ideología liberal. En mi opinión, el liberalismo representa un proceso histórico, cultural, político y filosófico destinado a liberar al individuo de cualquier identidad colectiva que trascienda al individuo.

Estas son las palabras de Aleksandr Dugin, un filósofo ruso, mientras analiza las raíces de cuestiones como las desviaciones sexuales, las brechas generacionales y el desprecio por las identidades nacionales y familiares en Occidente.

Examinar la historia de Occidente desde la Ilustración en adelante nos muestra que este análisis tiene algunos elementos considerables de verdad. El surgimiento de movimientos cristianos calvinistas y protestantes en Europa desafió la identidad colectiva de la Iglesia católica, que dominaba Europa occidental. Posteriormente, el secularismo rechazó la autoridad religiosa sobre los gobiernos. Liberarse de estas limitaciones religiosas tuvo ventajas significativas, ya que permitió a las clases comerciantes y adineradas obtener control sobre diversos aspectos, que iban desde la educación de profesionales comerciales especializados hasta la formulación de regulaciones financieras.

Los principales imperios europeos como Prusia, Francia y Gran Bretaña, entre otros, sirvieron como pilares de la identidad colectiva occidental, que comenzó a desmoronarse con el surgimiento de las ideas nacionalistas.
Estos gobiernos nacionales también enfrentaron desafíos provenientes del concepto moderno de sociedad civil. Este cambio ha alcanzado ahora uno de los componentes fundamentales de la sociedad civil –la familia– y apunta a desmantelarlo. Los motivos económicos todavía desempeñan un papel en la fragmentación de las unidades sociales. A nivel nacional, los gobiernos los perturban debido al descontento con su posición en el orden más amplio, buscando mayores ganancias.
De manera similar, los capitalistas, deseosos de maximizar los ingresos de todos los aspectos de la vida humana, ven la identidad nacional, las diferencias y los conflictos gubernamentales como obstáculos a sus estrategias de producción y publicidad, y trabajan constantemente para desdibujarlos.
Se podría argumentar que el asalto a la institución de la familia, que se discutirá más adelante, se alinea con esta política de maximizar la explotación capitalista de los humanos.

Libertad personal y materialismo, las dos fuerzas impulsoras del liberalismo occidental

La libertad personal de pensamiento, elección y acción se considera una piedra angular del humanismo. Desde esta perspectiva, el foco de las actividades y pensamientos humanos debería estar en la vida mundana y su productividad. Sin embargo, esta creencia también fomenta una mentalidad de búsqueda de ganancias, materialismo y egoísmo, que se encuentra en el corazón del capitalismo occidental.
Con el tiempo, estas ideas humanistas han suplantado los valores de sacrificio, satisfacción y creencia en una vida futura entre la población general de Occidente, lo que ha llevado a una nueva forma de vivir la experiencia.

Este estilo de vida en evolución se deshace progresivamente de tradiciones y limitaciones que podrían obstaculizar este espíritu materialista e individualista.
El Imam Jamenei subrayó este aspecto de la civilización occidental el 3 de junio de 2004, señalando que se basaba en la hostilidad hacia la espiritualidad y el rechazo de los valores espirituales, un importante paso en falso de los pioneros de la civilización y el progreso científico europeos. Si bien valoraban la ciencia, su antagonismo hacia la espiritualidad era perjudicial y desviado.

En consecuencia, a medida que avanza esta civilización materialista, su desviación se vuelve más pronunciada, amargándose tanto a ellos mismos como a la humanidad con sus consecuencias tóxicas, una tendencia que continúa hasta el día de hoy.

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