El régimen sionista y sus líderes han intentado durante mucho tiempo presentarse como “la única democracia en Oriente Medio”, fabricando una imagen falsa mediante la manipulación de los medios de comunicación.Esta etiqueta no solo es objeto de burla por parte de algunos de los propios intelectuales del régimen, sino que una mirada a la historia revela que este título actúa como un disfraz para un tumor canceroso, que se extiende e intenta blanquear su naturaleza corrupta.
Lejos de ser democrático, el régimen sionista es una entidad ilegítima y criminal, comparada con un tumor canceroso en la antigua e islámica región de Asia Occidental. Durante la ceremonia de investidura del 14º Presidente de la República Islámica de Irán, el imán Jamenei subrayó: “El régimen sionista se presenta y se muestra en la imagen más grotesca de una banda criminal.
No son un gobierno. Son una banda de criminales. Son una banda de asesinos. Son una banda de terroristas. En sus actos de terrorismo, crueldad y crimen, han alcanzado un nuevo nivel en sus crímenes impactantes en la historia de la criminalidad humana en el mundo. “Han alcanzado un nuevo nivel”.
Pero, ¿por qué es tan absurdo el título de “la única democracia de la región”?
1. Los orígenes del régimen israelí:
El problema central de la afirmación de ser una entidad democrática radica en el fundamento mismo de su existencia. El régimen sionista se estableció sobre principios antidemocráticos, arraigados en la superioridad racial y la supremacía étnica. Legalmente, su creación se basó enteramente en procesos antidemocráticos, inhumanos e ilegales. Esto no sólo ocurrió en 1948; ha continuado desde entonces. Como afirmó el Imán Jamenei en la Sexta Conferencia Internacional en Apoyo de la Intifada Palestina: “Una búsqueda inteligente en la historia muestra que ningún pueblo en ninguna época de la historia ha estado sujeto a tanto dolor, sufrimiento y crueldad.
Nunca se ha presenciado que un país sea ocupado completamente en una conspiración suprarregional, que un pueblo sea expulsado de su hogar y su país y que otro grupo de personas de áreas remotas del mundo sea llevado allí para reemplazar a esa nación. Nunca se ha visto que una entidad real sea ignorada y que una entidad falsa ocupe su lugar. Pero esta es otra página sucia de la historia que se cerrará con el permiso y la ayuda de Alá el Exaltado, al igual que otras páginas sucias de la historia: “La falsedad está destinada a perecer” (Corán, 17: 81) y Él dice: “Mis siervos los justos heredarán la tierra” (Corán, 21: 105). Mirando la historia, la traición de Gran Bretaña y las acciones ilegales durante su mandato sobre Palestina facilitaron el aumento de la población judía en Palestina de 40.000 a más de 650.000 entre 1930 y 1950.
A principios de 1947, Gran Bretaña pidió a las Naciones Unidas que asumiera la cuestión de Palestina. "En ese momento, las principales potencias necesitaban la aprobación de la ONU para establecer un estado judío y dividir Palestina, pero no pudieron asegurar la mayoría necesaria de dos tercios. El 26 de noviembre de 1947, al darse cuenta de que la votación probablemente fracasaría, el presidente brasileño de la Asamblea General la retrasó. Después, judíos, sionistas y estadounidenses trabajaron incansablemente para obtener más votos.
El plan de partición se aprobó mediante tácticas cuestionables. Por ejemplo, las esposas de los representantes latinoamericanos fueron colmadas de regalos lujosos como diamantes y costosos abrigos de cuero. Algunos gobiernos que inicialmente se opusieron a la resolución cambiaron su postura después de recibir promesas de ayuda económica estadounidense. Los votos de Guatemala y Filipinas también se compraron por diversos medios.
Finalmente, la resolución de partición se aprobó el 29 de noviembre de 1948, por un estrecho margen: 23 votos a favor, 14 en contra y 10 abstenciones. Es importante señalar que esta resolución ha enfrentado numerosos desafíos legales, ya que las resoluciones de la Asamblea General no son jurídicamente vinculantes y no imponen obligaciones en virtud de las propias cartas de la ONU. La Resolución 181 entró en conflicto fundamental con los principios básicos de las Naciones Unidas, que se basaban en el reconocimiento de los derechos de los pueblos a la libertad y la autodeterminación.
No hay constitución en esta supuesta “democracia”
Uno de los principales argumentos jurídicos que esgrimen los dirigentes del régimen sionista para sustentar su afirmación de ser “la única democracia de la región” es la estructura de su sistema jurídico, la separación de poderes y el papel del pueblo en él. Sin embargo, es importante señalar que el marco jurídico del régimen sionista carece de una constitución, lo que dificulta comparar con precisión el papel del pueblo allí con otros sistemas jurídicos de la región. En realidad, la Knesset, o parlamento, es la institución central en el gobierno del régimen sionista. Su función principal es elegir al primer ministro y al gobierno. La Knesset forma el núcleo de la estructura política de Israel y tiene una influencia significativa.
Un partido o coalición que obtenga la mayoría de escaños puede formar gobierno. La votación en Israel se basa enteramente en listas de partidos, no en candidatos individuales. Los residentes de los territorios ocupados sólo pueden votar por una lista de partidos en las elecciones y no pueden seleccionar candidatos individuales ni eliminar a personas específicas de la lista. El sistema electoral de Israel ha sido criticado durante mucho tiempo por expertos israelíes y no israelíes, quienes sostienen que minimiza el papel del pueblo y es fundamentalmente defectuoso. Algunas de estas críticas incluyen lo siguiente: Una de las principales críticas al proceso electoral de Israel es que los votantes deben elegir de una lista establecida sin flexibilidad.
Esto limita significativamente la elección individual. Otro problema que cuestiona la naturaleza democrática del sistema es el aumento de la dictadura de partidos. Los individuos a menudo se esfuerzan por ubicarse más arriba en las listas de partidos para asegurarse un asiento en la Knesset, lo que los lleva a hacer concesiones a los líderes del partido. Esto, a su vez, aumenta su dependencia del líder del partido. Después de las elecciones a la Knesset, el partido o coalición que tiene la mayoría tiene el poder de formar el gobierno y elegir al primer ministro. Como resultado, el líder del partido mayoritario esencialmente consolida el poder.
Una vez en el cargo, el primer ministro, apoyado por una mayoría de la Knesset de su propio partido, tiene amplia libertad para dar forma a las políticas, nombrar ministros y más. Estos factores han permitido que el sistema político del régimen sionista haya evolucionado de tal manera que Netanyahu ha permanecido en el poder durante unos 15 años. Cada vez que ha sido objeto de críticas por parte de sus ministros, ha disuelto el gabinete o los ha destituido, asumiendo él mismo el control de los ministerios. En determinados momentos, Netanyahu ha dirigido cuatro ministerios simultáneamente, y la ley no se lo impide.
La ley del apartheid del Estado-nación judío
Una de las señales más claras de la naturaleza no democrática del régimen reside en sus leyes internas. El 19 de julio de 2018, se aprobó finalmente la Ley del Estado-nación judío, que se venía discutiendo en la Knesset desde 2011. Esta ley define explícitamente a "Israel" como el Estado-nación del pueblo judío. La primera cláusula de la ley es completamente antidemocrática, ya que enfatiza la etnia judía en lugar de la fe judía, lo que revela los matices racistas de la ley.
Además, la afirmación de que el pueblo judío tiene un derecho natural, religioso e histórico a la tierra de Palestina es completamente ilegal e inhumana según las resoluciones de las Naciones Unidas, el Consejo de Seguridad y la UNESCO. Esta cláusula afirma que el derecho a la autodeterminación en "Israel" pertenece únicamente al pueblo judío, excluyendo descaradamente a los judíos árabes, drusos e incluso falasha y judíos africanos, a quienes muchos sionistas no consideran étnicamente judíos.
Cuando la ley fue propuesta inicialmente en 2011 por 40 miembros de la Knesset, el "Israel Democracy Institute", un grupo de expertos sionista centrado en estudiar el estado de la democracia en Israel, criticó duramente la propuesta. En una nota titulada "Un Estado judío, no una democracia", el profesor Mordechai Kremnitzer escribió: "La propuesta de ley Israel-Estado-nación judío señala el colapso de la democracia israelí, reduciéndola de una verdadera democracia a una cáscara vacía... Un tercio de los miembros de la Knesset ahora buscan establecer, de una vez por todas, que la igualdad, el valor central de cualquier régimen democrático, no es parte de los valores del estado judío". A pesar de estas preocupaciones, la ley fue aprobada en 2018.
Ayman Odeh, líder de la Lista Conjunta, una coalición de partidos árabes en la Knesset, calificó la aprobación de esta racista ley del Estado-nación judío como la "muerte de la democracia". La revista Antiwar, en respuesta a los comentarios de Odeh, preguntó: "¿Realmente creía Odeh que vivía en una verdadera democracia antes de que se aprobara esta ley? Setenta años de supremacía, genocidio, limpieza étnica, guerra, bloqueos, asesinatos en masa y numerosas leyes discriminatorias deberían haber sido suficientes para demostrarle que Israel nunca ha sido una democracia".
Ejemplos de comportamiento del régimen sionista a lo largo de 70 años
Las falsas afirmaciones de democracia del régimen sionista son evidentes en su comportamiento constante a lo largo de los últimos 70 años. A pesar de los cambios de gobierno, estas acciones no han cambiado:
- Durante la Guerra de los Seis Días en 1967, Israel expandió su territorio, tomando el control de la Franja de Gaza y la Península del Sinaí de Egipto, Jerusalén Oriental y Cisjordania de Jordania, y los Altos del Golán de Siria.
- Después del conflicto de 1967, Israel ocupó Cisjordania y la Franja de Gaza y comenzó la construcción de asentamientos extensivos en Cisjordania.
- En 1981, Israel declaró oficialmente la soberanía sobre los Altos del Golán sin celebrar un referéndum, lo que fue una medida antidemocrática.
- Después de la Guerra de los Seis Días, Israel intentó controlar Jerusalén Oriental y la anexó oficialmente en 1980. Esta anexión se llevó a cabo sin referéndum, obligando a la población local a aceptarla contra su voluntad.
- Los palestinos en Jerusalén Oriental ocupada no tienen derecho a voto ni otros derechos civiles en Israel. Por lo tanto, el régimen israelí no se adhiere ni siquiera a los estándares democráticos básicos en estas áreas.
El problema es que ninguna institución o autoridad dentro del régimen sionista ha hecho ningún esfuerzo para abordar o corregir estos problemas. La situación de los árabes y otros grupos en los territorios ocupados se ha deteriorado, especialmente con el aumento de las influencias nacionalistas radicales.
Conclusión
El conflicto en curso en Gaza no es sólo un reflejo del alejamiento del régimen sionista de la democracia y sus afirmaciones engañosas, sino también el resultado de la indiferencia de los medios de comunicación y los intelectuales occidentales e internacionales ante 70 años de comportamiento antidemocrático y racista por parte de Israel. Si este régimen no hubiera sido etiquetado falsamente como democrático a lo largo de los años, tales atrocidades en Gaza podrían haberse evitado.
Una perspectiva reveladora sobre la democracia israelí se puede encontrar en el trabajo de Avi Katz, un caricaturista del Jerusalem Report, una publicación del Jerusalem Post. Katz describió al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y a varios miembros del Knesset como cerdos de Rebelión en la granja, de George Orwell, incluyendo una cita del libro: "Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros".
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