Enseñanzas del Corán sobre el Creador del Mundo

La existencia de la creadora

Sus enviados dijeron: “¿Acaso cabe duda acerca de [la existencia y la unidad de] Dios, el Creador de los cielos y de la tierra? Él es quien os llama, para perdonaros vuestras faltas [pasadas] y concederos una prórroga hasta [que] un plazo fijado [por Él se cumpla].”[Pero] respondieron: “¡No sois sino hombres como nosotros! ¡Queréis apartarnos de lo que nuestros antepasados adoraban: traednos, pues, una prueba clara [de que sois emisarios de Dios]!”

Explicación: A la luz del día, todo es visible. Podemos vernos a nosotros mismos, a los demás, las casas, la ciudad, el desierto, las montañas, la selva y el mar. Pero cuando prevalece la oscuridad de la noche, todas estas cosas brillantes y evidentes pierden su brillo. Entonces nos damos cuenta de que ese brillo no les pertenecía a ellos, sino que se debía al sol que los iluminaba por una especie de contacto. El sol es brillante y, con su reflejo, hace que la tierra y todo lo que hay en ella sea brillante y visible.

Si estos objetos tuvieran un brillo propio, nunca lo perderían. Los seres humanos y otros seres vivos perciben los objetos a través de sus ojos, oídos y sentidos. Se embarcan en actividades con las manos, los pies y otros órganos internos y externos. Sin embargo, después de un tiempo, pierden sus sentidos y movimientos y ya no muestran ningún movimiento o actividad y aparentemente mueren. Al presenciar esta escena, llegamos a la conclusión de que el intelecto, la determinación y el movimiento de estos seres vivos no se deben a su postura y figura, sino que brotan de su alma y psique.

Cuando su alma se apaga, pierden su sustento y actividad. Por ejemplo, si la vista y el oído fueran realizados únicamente por los ojos y los oídos, estas actividades continuarían mientras existieran estos dos órganos, pero este no es el caso en absoluto. De la misma manera, si la indudable existencia y génesis del vasto mundo de la existencia, del cual somos parte y nunca podemos dudar de su existencia, brotara de sí mismo y le perteneciera, nunca los perdería. A pesar de esto, vemos que los componentes del mundo pierden su vitalidad existencial uno tras otro y están incesantemente en estado de cambio y transformación.

Reemplazan una condición por otra y asumen otra forma. Por esta razón, se debe juzgar decisivamente que la existencia y génesis de todos los seres vivos tienen su origen en otra cosa que es su Creador y Generador. Tan pronto como el Creador corta la relación de la creación con algo, ese objeto se sumerge en la aniquilación y la obliteración y se vuelve invisible. Esa Existencia Infinita, que es el soporte del mundo de la creación y el Preservador de la gente, es Dios.

No hay aniquilación ni destrucción para Dios; de lo contrario, como todos los demás seres vivos, Su existencia no habría sido de sí mismo y habría sido dependiente de los demás.