Las religiones al servicio del ser humano: La justicia económica y social en el Islam

Dom, 06/03/2018 - 11:17
religiones

La primera parte del título ha sido analizada y estudiada por destacados sabios e intelectuales musulmanes. Por lo tanto, esta conferencia se centrará en examinar la segunda parte del título y a recordar algunos puntos que le otorgan al concepto de “justicia en el Islam” un carácter distintivo.
En primer lugar, la justicia en el Islam, en todos sus ámbitos, pero en especial en el ámbito socioeconómico, está basada en la ideología islámica. La justicia constituye uno de sus puntos de apoyo y tiene una influencia significativa en el resto de pilares religiosos.
La justicia, en todos los aspectos de la vida humana, tanto individual como colectivo, aparece en el Sagrado Corán como resultado de la justicia universal.
De acuerdo con la visión islámica, el universo se sustenta sobre la base de la justicia y la rectitud. Quien crea en el mensaje y desee tener éxito deberá ser justo en su conducta y estar en armonía con el universo. De lo contrario, será un cuerpo extraño en esta existencia. Rechazado, fracasado y condenado al olvido y al abandono. Este principio es aplicado tanto al individuo como a la sociedad.
Quizás las aleyas más notables que confirman este vínculo en el Sagrado Corán son las que se encuentran en la Sura Ar-Rahman (El Clementísimo):
“Él ha elevado el cielo y ha establecido la balanza para que no engañéis al pesar. ¡Dad el peso justo y no deis de menos al pesar!” (55:7-9).
La justicia es la más destacable de las cualidades divinas evidenciables y es por ello que se refleja en todo el universo, ya que, según los filósofos, la causa es una limitación total para el efecto y el efecto es un límite incompleto para la causa.
Esto se suma a la descripción coránica de Dios, que dice: “Aquel que establece justicia”. Esto significa que la justicia universal es la instauración divina de la justicia, sin necesidad de conclusiones filosóficas o análisis científicos.
De hecho, éste es el método común adoptado en el Corán: presentar los resultados educativos de los hechos sin tener que detenerse, ante los retos que plantean, a analizar sus dimensiones y sin entrar en registrar datos y detalles.
En resumen, la justicia universal, que es una visión islámica, y que es también el resultado de la fe en la justicia del Creador, establece las bases sólidas de la justicia en la vida individual y colectiva del ser humano a nivel social, económico y político.
Por otro lado, aquel que indague en las raíces de la religión islámica y los fundamentos de su doctrina, verá con claridad que el motivo real que evidencia la necesidad de enviar mensajeros que establezcan la veracidad del Día del Juicio es la justicia divina, la cual ilustra la importancia de la justicia en los fundamentos de la doctrina islámica y su impacto, de acuerdo con la orientación didáctica, en el comportamiento del ser humano en general y en su justicia socio-económica con el individuo y con la sociedad en particular.
En segundo lugar, el precepto coránico general que hace hincapié en la equivalencia del ser humano con su obra en la sagrada aleya:
“y que nada pertenece a la persona excepto aquello por lo que se esfuerza.” (53:39)
Esta pauta también está ligada a la justicia, ya que la presencia de justicia equivale a presencia de fe y la fe no existe sin el comportamiento humano necesario para lograr justicia.
“¿Has visto a quien desmiente el Día de la Recompensa? Es el mismo que aparta de sí violentamente al huérfano y que no anima a alimentar al necesitado.” (107: 1-3)
Este principio se expresa con otras palabras en el hadiz:
“No cree en Dios ni en la Otra Vida aquel que se va a dormir saciado mientras su vecino tiene hambre”.
Cientos de preceptos islámicos que sitúan la justicia social y económica en el centro de la adoración y entre las condiciones necesarias para su validez, reflejan claramente que estos principios no son preceptos secundarios u obligaciones ordinarias sino que son dos soportes fundamentales e inseparables de la doctrina y la fe. El Islam no reconoce la existencia de una fe que no genere justicia en la vida del individuo y en la sociedad.
Así pues, la justicia socio-económica en el Islam tiene un carácter profundo, permanente y amplio, ya que se integra en la existencia misma del creyente, brotando de él mismo hacia la sociedad y hacia el propio individuo.
En tercer lugar, el Islam, al establecer el principio de justicia, traza unas dimensiones claras que impiden su fragilidad y proporcionan garantías que permitan su desarrollo y su perpetuo crecimiento. Éste es un dato muy importante.
El vínculo recíproco entre la responsabilidad individual y la responsabilidad de la comunidad a la hora de alcanzar la justicia es una de las dimensiones trazadas. El individuo es responsable de la seguridad de la comunidad de acuerdo con el principio de “todos sois pastores y cada pastor es responsable de su rebaño” y por lo tanto es su deber llamar a realizar el bien y prevenir el mal.
Puesto que todo lo que posee de dinero, capacidades, experiencia, e incluso salud y fuerza física, no es fruto de un esfuerzo personal sino que los demás, tanto sus contemporáneos como sus predecesores, han participado en su adquisición, entonces, es como un árbol con fruta. Aunque una de las ramas cargue la fruta, el árbol con sus ramas, hojas y raíces ha contribuido en la producción de la fruta del mismo modo que el aire, el sol, el agua, la tierra, así como otros factores naturales, y el trabajo del ser humano también han formado parte del proceso.
En pocas palabras, el individuo es un administrador de lo que posee. No es responsable de ello sólo ante la sociedad sino que carga con esta responsabilidad tanto en el pasado como en el futuro. Este análisis confirma que el individuo no tiene derecho de monopolizar lo que tiene, tampoco a destruirlo o descuidarlo. Así mismo, no le está permitido causarse daños o perjudicarse a sí mismo. Por este motivo, el suicidio y otros actos similares son considerados una agresión o perjuicio a los derechos de la comunidad. Este análisis también arroja luz sobre el término “sucesor” que aparece en el Corán refiriéndose a los bienes que les han sido confiados:
“Y repartid de lo que Él os ha dado como sucesores.” (57:7).
En respuesta a la responsabilidad que el individuo tiene con el bienestar de la sociedad, tenemos la responsabilidad que la sociedad asume para con el individuo. Los hadices y las fatuas de los sabios confirman que la responsabilidad de que un miembro de la comunidad muera de hambre recae sobre todos los habitantes de un pueblo. Lo cierto es que esta responsabilidad existe ante cualquier muerte, daño, abuso o maltrato. Como en el hadiz: “los habitantes del pueblo no serán absueltos por Dios y Su Mensajero” porque traicionaron la confianza de Dios y rompieron el pacto que tenían con Él cuando no cumplieron con su responsabilidad para con este individuo.
Y, lo que se dice de este pueblo, también se aplica a las ciudades, naciones y a todas las regiones de los países que forman una unidad integrada.
Imam Ali (a.s) se pregunta y reza: “¿Cómo puedo irme a dormir con el estómago saciado cuando los de mi alrededor están hambrientos y sedientos? Quizás en Hiyaz o en Yamama haya alguien que no tenga codicia de pan y no conozca la saciedad.”
La visión que descubrimos a través de los versos coránicos y de las narraciones que observan a los individuos en relación con los demás, es que todos ellos conforman un solo cuerpo y si uno de los miembros sufre, al resto también le duele. Sus pertenencias, ellos mismos, sus familias, sus contratos y compromisos, son de todos. Ésta es otra dimensión que arroja luz sobre la sociedad y su composición, como indican los siguientes versículos sagrados, aparte de lo que el Corán dice sobre contratos y compromisos:
“No os comáis vuestras riquezas unos a otros de forma ilícita.” (2:188) “Y no os espiéis ni os difaméis unos a otros” (49:12), “Procedéis unos de otros” (3:195).
De hecho, el Sagrado Corán, en diversas ocasiones, hace referencia a la comunidad en la que reina la justicia y sus resultados y a los peligros que rodean la ausencia de ésta. El motivo es que la justicia permite a todo el mundo buscar el beneficio y ser generoso, lo cual, a su vez, repercute positivamente en todos. Mientras que la ausencia de justicia en la sociedad tiene como resultado que una gran parte de la comunidad sea privada de algunos o todos sus derechos y de algunas o todas sus posibilidades, llegando estas privaciones a afectar no solo a los miembros de la comunidad sino a la sociedad misma. Eso por no hablar de las enfermedades y de los riesgos, que no serían exclusivos de los grupos desfavorecidos sino que afectarían a todos. Por ejemplo, riesgos materiales derivados de la desnutrición y de condiciones de vida inadecuadas, así como otros riesgos que se producen en los corazones de las personas desfavorecidas y que de ser marginadas acaban estallando en las sociedades.
Analicemos algunas de estas aleyas:
“Se os invita a contribuir a la causa de Dios, pero algunos de vosotros os mostráis avaros. Y quien es avaro, en verdad, se perjudica a sí mismo con su avaricia, pues, ciertamente, Dios es rico por Sí mismo y vosotros sois los necesitados. Y si dais la espalda, Él os sustituirá por otro pueblo que no será como vosotros.” (47:38)
“Y lo que gastéis por la causa de Dios os será devuelto, y no seréis oprimidos.” (8:60)
“Repartid de vuestra riqueza, por amor a Dios. No os destruyáis con vuestra propia mano y haced el bien.” (2:195)
Aquel que sopese estos versículos verá que el “gasto”, en el sentido coránico, es la repartición completa de todo lo que Dios ha proveído al ser humano en cuestión de dinero, pensamiento, búsqueda y lucha. Si meditamos acerca de estas aleyas, confirmaremos que aquel que reparta será recompensado, será alejado de la injusticia y no caerá en la ruina. Esto no se limita a la recompensa divina que espera al ser humano el Día del Juicio y que el Corán llama “la recompensa más plena”, sino que incluye otro tipo de resultados, conocidos como “recompensa menor” o “castigo menor”.
Resumiendo, aquel cuyo objetivo sea brindar a los demás oportunidades en la vida, ya sea de forma individual o colectiva, ciertamente estará contribuyendo a su propia recompensa y a mantenerse alejado de los perjuicios de la injusticia y la destrucción. Hoy en día son evidentes las consecuencias y el impacto que este tipo de acciones tienen en la sociedad.
Si tenemos en cuenta que la última aleya descendió en el contexto de los versículos de la yihad, encontramos la completa armonía existente entre el sacrificio de uno mismo que lleva al martirio y la abstención de la destrucción causada por la tiranía del enemigo o de la injusticia y de este modo se desvanecen las dudas sobre el significado de este versículo sagrado.
La otra dimensión de la justicia económica y social en la escuela islámica es el grado de variación de la justicia y que sus fases de aplicación en las sociedades parecen ser infinitas, al igual que el resto de objetivos religiosos.
Esto se debe a que la justicia en realidad no es un fin en sí mismo sino que es una vía para dar la oportunidad a todos los seres humanos de perfeccionarse. El esfuerzo cesa al completar las primeras etapas de su aplicación y el resultado inicial es que la justicia alcanza un grado de percepción individual. Luego crece y se convierte en un esfuerzo cada vez mayor del individuo hacia la sociedad, representada por las autoridades nacionales. Entonces la justicia crece en la sociedad y florece en todos los individuos hasta alcanzar una profundidad cualitativa.
Al igual que los sentimientos se trasforman en actos y en esfuerzo, sucede lo mismo con la justicia en su nivel más bajo. Cualquier aumento en el mínimo nivel de oportunidad de vida se transforma en la creación de más oportunidades hasta alcanzar la igualdad entre el mayor número de miembros de la sociedad. Después, llega el turno de la solidaridad, el apoyo y el sacrificio hasta que alcanzamos el momento del altruismo. Debemos tener en cuenta que estas concesiones no nos deben llevar a olvidar los derechos del resto de familiares como suele ocurrir cuando el individuo es excesivamente generoso. Tal vez esto explique el significado del versículo:
“Y no lleves tu mano cerrada a tu cuello ni la extiendas completamente, pues serás censurado y quedarás debilitado”. (17:29)
Ya que estamos enumerando las dimensiones islámicas de la justicia económica y social, vamos a mencionar rápidamente el aspecto técnico con el fin de ofrecer una visión completa y para darle a este aspecto la atención que merece durante esta conferencia.
La prohibición de la usura revela que la ley islámica rechaza el capital que no resulta del esfuerzo. Por otra parte, lo que se afirma en la jurisprudencia (fiqh) sobre lo erróneo de establecer una participación especial para los medios de producción (vacas o maquinaria primitiva) es prueba de que los medios de producción no pueden recibir una parte de los beneficios. En cuanto al trabajador, que según el Islam es el elemento de producción más destacado, tiene derecho a participar en las ganancias sin tener que tomar parte en las pérdidas, ya que tiene derecho a percibir una cantidad fija desvinculada del riesgo, que es lo que denominamos “sueldo”.
Por otra parte, una mayor reflexión sobre los hadices que hablan del Zakat y lo que han dicho sobre él los Imames y los primeros sabios, añade una nueva dimensión a la justicia. Una dimensión que contempla claramente la pobreza, aunque sea resultado de la pereza, la seguridad social necesaria en la vejez, la niñez, en caso de enfermedad y en particular la seguridad en casos de emergencia de viajeros, endeudados o fugitivos por la causa de Dios. Esta dimensión indica que el Islam acepta la responsabilidad de la sociedad al completo, en las situaciones más difíciles, incluidas las permanentes como son la vejez o la discapacidad causada por escasez y las emergencias ocasionales. (Las religiones al servicio del ser humano, P 252, Diez artículos de Seyed Musa Sadr)

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