A la medianoche del 13 de abril y en la madrugada del 14 de abril, las fuerzas armadas de la República Islámica de Irán respondieron al ataque del régimen sionista contra el consulado iraní en Siria atacando las bases militares del régimen desde suelo iraní.
Es necesario considerar dos puntos clave al analizar este evento:
en primer lugar, Irán se abstuvo de utilizar sus armas y capacidades militares más avanzadas. Irán tenía drones y misiles más modernos que decidieron no utilizar en esta operación. Irán optó por no emplear tecnología de punta.
El equipo iraní utilizado contra el régimen sionista y sus aliados fue notablemente rentable, lo que hizo que incluso una supuesta defensa israelí exitosa fuera vista como perjudicial. A pesar de ser económicas y no ser de última generación, estas armas iraníes alcanzan sus objetivos de manera eficiente, neutralizando el armamento más avanzado del enemigo.
Vale la pena señalar que Irán no utilizó uno de los principios fundamentales de la estrategia militar: el elemento sorpresa.
La operación se llevó a cabo sin este factor crucial, lo cual es digno de mención. Si la sorpresa hubiera sido un factor, incluso este nivel de defensa del régimen sionista habría sido improbable.
Sin embargo, más allá de estos puntos, es esencial reconocer que se ha logrado un hito militar a escala global.
En esta operación, Irán lanzó un ataque contra un régimen en posesión de armas nucleares, desafiando el importante principio de que las potencias con armas nucleares son inmunes a los ataques directos de otros. Esto plantea una cuestión crítica.
Además, muchas otras potencias nucleares intentaron aliarse con el régimen sionista para frustrar el ataque de Irán, pero no tuvieron éxito.
Básicamente, Irán se comprometió con varias potencias nucleares simultáneamente y logró con éxito su objetivo en la operación. Este evento representa un hito importante en el panorama militar mundial y garantiza la seguridad de Irán en los años venideros.
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