La perfección del hombre radica en seguir los dictados de la razón La perfección o plenitud de los fenómenos en el reino vegetal depende de condiciones y causas externas de acuerdo con una forma y plan predeterminado.
Ningún árbol crece por su voluntad, ni da fruta por propia elección, pues no tiene voluntad ni inteligencia.
En cuanto al desenvolvimiento animal hacia la perfección podemos, más o menos, encontrar algo de voluntad y elección, pero es una voluntad motivada por ciegos instintos, con un alcance limitado por las necesidades naturales.
Es una conciencia e inteligencia limitada por el poder de los órganos sensibles del animal.
El hombre, en cambio, además de las particularidades que comparte con el reino vegetal y animal, posee dos distinciones espirituales. Por una parte, las aspiraciones innatas del hombre no se limitan al ámbito de las necesidades naturales, y por otra, posee razón e intelecto, por medio del cual puede ampliar sus conocimientos indefinidamente.
Gracias a estas distinciones la voluntad del hombre trasciende las limitadas fronteras naturales hacia lo infinito.
Así como las perfecciones propias de los vegetales se producen por medio de sus capacidades específicas, y las perfecciones animales a la sombra de la voluntad motivada por sus instintos y percepciones sensibles, también las perfecciones propias del hombre, que son en realidad perfecciones espirituales, se producirán a la sombra de su voluntad consciente y bajo la dirección de la razón.
El intelecto que conozca realmente su objetivo y sus grados, en el momento en que tenga lugar un conflicto entre dos o más intereses, elegirá el mejor.
Por lo tanto, una conducta será propiamente humana cuando la voluntad esté motivada por las inclinaciones propias del hombre y bajo la dirección de la razón. Una conducta supeditada en cambio sólo a motivaciones animales será una conducta meramente bestial. Así como un movimiento que esté causado únicamente por fuerzas mecánicas del cuerpo será solamente un movimiento físico.
Los mandatos prácticos de la razón tienen necesidad de fundamentos teóricos La conducta voluntaria es un medio para alcanzar el objetivo deseado y el valor de ésta dependerá del grado de deseabilidad del objetivo y el efecto que tiene éste sobre la perfección del alma.
En la medida que una acción ocasione la pérdida de una perfección espiritual, tendrá un valor negativo.
La razón, entonces, podrá juzgar y valorar las conductas voluntarias del hombre cuando sea consciente de las perfecciones de éste y de los grados de esas perfecciones, y sepa qué tipo de ser es el hombre, hasta dónde se extiende el área de la vida humana, y qué grado de perfección puede alcanzar. En otras palabras, cuales son las dimensiones de su existencia y cuál es el objetivo de su creación.
Es por esta razón que el conocimiento de la ideología correcta, vale decir: de un sistema de valores que gobierne las conductas voluntarias, dependerá de poseer una cosmovisión correcta y de la solución de todos aquellos asuntos a ella ligados. Hasta que no resuelvan todos los asuntos que hacen a la cosmovisión no podrá tenerse un juicio categórico sobre el valor de las conductas. Del mismo modo que hasta que no se define la meta no es posible establecer el camino que conduce a ella.
Por lo tanto, estos conocimientos teóricos que conforman los asuntos básicos de la cosmovisión, son en realidad las bases del sistema de valores y mandatos prácticos de la razón.
Conclusión
Considerando lo dicho podemos, ahora, confirmar la necesidad de investigar acerca de la religión, y del esfuerzo para encontrar una ideología y cosmovisión correctas.
El hombre, por naturaleza, busca la perfección humana y quiere, mediante actos, alcanzarla para sí. Pero para saber cuál de las acciones lo acerca a la meta deseada, primero deberá conocer su perfección última y este conocimiento está relacionado con la conciencia de la realidad de su existencia, su origen y su fin. Luego, deberá discernir la relación entre las diversas acciones positivas y negativas y los diversos grados de perfección, para poder encontrar el camino correcto para el logro de su perfección humana. Hasta que el hombre no encuentre esos conocimientos teóricos (bases de la cosmovisión), no podrá tampoco conocer el sistema de conducta correcto (ideología).
En suma, el esfuerzo por conocer la verdadera religión que incluye la cosmovisión e ideologías correctas, es necesario, y sin él no será posible alcanzar la perfección humana.
Mientras la conducta no se inspire en estos valores y visiones, no será un comportamiento propiamente humano. Y en consecuencia las personas que no estén encaminadas en la búsqueda de la verdadera religión, o bien que, después de conocerla, por obstinación, contumacia y concupiscencia, la nieguen, se contentarán únicamente con la satisfacción de sus deseos animales y placeres materiales. Esas personas, en realidad, no son más que bestias. Como afirma el Sagrado Corán: Ellos disfrutan y comen como comen los animales (47:2) Por desdeñar sus capacidades y posibilidades humanas sufrirán un doloroso castigo. En otro versículo del Sagrado Corán se lee ¡Dejadles comer y regodearse, y que la esperanza les alucine! ¡Pronto sabrán! (15:3)
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