Tomó la iniciativa al saludar a aquellos con quienes se encontraba, incluso mujeres, niños y subordinados. Uno de sus amigos le pidió permiso para inclinarse, es decir, postrarse frente a él. El Santo Profeta (P) dijo: "¿Qué quieres decir? Estas son las costumbres de César y Casra. Y yo estoy a favor de la profecía y la servidumbre". Desde que fue designado para una misión por Allah para propagar la religión y guiar y conducir a la gente, el Santo Profeta (P) no descuidó su deber ni por un momento y no se abstuvo de sus incansables esfuerzos. Trece años antes de la Hégira, cuando estuvo en La Meca, aunque enfrentó dificultades insoportables causadas por los politeístas árabes, el Santo Profeta (P) se dedicaba constantemente a adorar a Allah y propagar la religión de Allah.
Durante los diez años posteriores a la Hégira, el Santo Profeta (P) transmitió las enseñanzas de la religión y las leyes del Islam con su asombrosa enormidad a la gente, a pesar de los problemas cada vez mayores creados por los enemigos de la religión y los obstáculos causados por los judíos. Y Munafiqin haciéndose pasar por musulmanes. El Santo Profeta (P) también peleó más de ochenta batallas con los enemigos del Islam.
Además de manejar los asuntos de la sociedad islámica que en ese momento incluía toda la Península Arábiga, el Santo Profeta (P) personalmente investigó las quejas y los requisitos menores de las personas que no tenían un portero ni un chambelán que lo atendieran. Con respecto a la valentía y el coraje del Santo Profeta (P), basta decir que con su legítima invitación, se levantó solo contra el mundo de esa época que gobernaba a la gente con nada más que coerción e injusticia.
Todas las torturas y sufrimientos que le infligieron los opresores nunca produjeron en él debilidad y decepción. Nunca se retiró en ninguna batalla. El Santo Profeta (P) se mantuvo muy limpio y ordenado. Consideraba la limpieza y la pulcritud como un signo de fe. "La limpieza es parte de la creencia". Nunca cambió su disposición en el curso de su vida. Su vida llegó a su fin con la misma modestia y humildad. Aunque tenía una posición tan valiosa, nunca se dio preferencia a sí mismo para demostrar su valor social. Durante su vida, el Santo Profeta (P) nunca insultó a nadie y nunca usó comentarios vacíos. Nunca se rio escandalosamente y nunca realizó actos irrespetuosos y sin valor. Estaba muy interesado en el pensamiento y la reflexión. Escuchó los comentarios de cada persona afligida y las quejas de cada manifestante y luego respondió.
Nunca interrumpió el discurso de los demás y nunca estropeó la libertad de pensamiento; sin embargo, aclaró sus errores y alivió su malestar. El Santo Profeta (P) era muy amable y bondadoso y siempre estaba triste por los sufrimientos; sin embargo, no titubeó en castigar a los criminales y malvados y no discriminó entre los individuos en el cumplimiento de las leyes divinas. Una vez, un judío y un musulmán fueron acusados de un robo en la casa de uno de los Ansar. En este sentido, una gran multitud de Ansar acudió al Santo Profeta (P) e insistió en que el judío fuera castigado por el prestigio de los musulmanes, específicamente de los Ansar y teniendo en cuenta la abierta enemistad de los judíos.
Como el Santo Profeta (P) descubrió la verdad contraria a lo que ellos habían exigido, apoyó abiertamente al judío y castigó al musulmán. El Santo Profeta (P) siempre patrocinó a los débiles y los oprimidos e instó a sus amigos a informarle de la necesidad de los necesitados y de las quejas de los débiles y de no demorarse al respecto. Se relata que las últimas palabras del Santo Profeta (P) fueron una recomendación a la gente con respecto a los esclavos y las mujeres, después de lo cual dejó de hablar y falleció.
Referencia:
El libro "Enseñanzas islámicas en breve"
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