El profeta Idris y Iburasib

Vie, 05/05/2017 - 07:50

Al principio de la profecía de Idris, regía un rey opresor llamado Iburasib. Un día, al hacer un recorrido, atravesó las verdes praderas de la tierra que pertenecía a un hombre creyente y piadoso que se oponía a la forma en que gobernaba el rey. El rey ordenó a sus subalternos que por cualquier medio persuadieran al hombre para que vendiera sus tierras. El creyente les contestó que su familia necesitaba más -

El Imam Baqir (P) en una extensa narración dice: “...Al principio de la profecía de Idris, regía un rey opresor llamado Iburasib. Un día, al hacer un recorrido, atravesó las verdes praderas de la tierra que pertenecía a un hombre creyente y piadoso que se oponía a la forma en que gobernaba el rey. El rey ordenó a sus subalternos que por cualquier medio persuadieran al hombre para que vendiera sus tierras. El creyente les contestó que su familia necesitaba más de esas tierras que el mismo rey. El rey regresó al palacio triste y enojado por no haber logrado lo que quería. Su esposa que era una mujer que pertenecía a un grupo que sostenía la idea de que aquel que no formase parte de éste era considerado un politeísta y debía ser regada su sangre ya que era impuro, le dijo al rey: ‘Yo, con una razón lógica le daré su merecido y a ti te haré dueño de esas verdes praderas’. Entonces la reina organizó a un grupo para que dieran la razón al rey y así fue como, sin ser culpable, fue dictada la sentencia de muerte para el hombre creyente. La Ira de Dios se encendió y por medio de una revelación hecha a Idris envió un mensaje al rey diciendo: ‘¡Como os atrevéis a matar a uno de mis creyentes y dejar desamparada a su familia! Muy pronto Tomaré venganza de este acto y te Quitaré el poder que tienes. Destruiré tu majestuosa ciudad y tu esposa será presa de los perros salvajes hambrientos’. Idris para obedecer lo ordenado por Dios se presentó ante Iburasib y transmitió el mensaje que le había sido revelado. Pero ese descarriado lo amenazó de muerte y como de costumbre su esposa lo respaldó. Por otra parte un grupo que se oponía al rey se enteró de que cuarenta hombres, nombrados por el rey, andaban en busca de Idris para matarlo; por ello pidieron a Idris que en la primera oportunidad que tuviese abandonara la ciudad. El Profeta en sus plegarias pidió a Dios que le ayudase en su decisión de abandonar la ciudad con un grupo de sus leales amigos y así también le pidió que castigara a los incrédulos privándoles la lluvia -que es una de Sus bendiciones- hasta que él se lo pidiese.
Dios dijo a Idris que en ese caso la ciudad sería desahuciada y muchos morirían. Idris aceptó este castigo, y con un grupo de sus compañeros marchó fuera de ésta. Buscó refugio en las montañas y cada atardecer un ángel se encargaba de llevarles alimento. Por otra parte el castigo llegó, la ciudad quedó desolada, fue muerto el rey y su esposa fue presa de los perros salvajes hambrientos. Después de un tiempo tomó el dominio en sus manos otro soberano igual de opresor que el anterior. Durante veinte años no llovió ni una gota de agua en esa región. La gente, que se encontraba en pésimas condiciones, se vio obligada a almacenar víveres y agua que conseguían en las ciudades vecinas. Poco a poco comenzaron a lamentarse, a arrepentirse y a refugiarse en los rezos y súplicas, vistieron prendas burdas, untaron barro en sus cabezas y empezaron a implorar. Dios, por medio de una revelación, informó a Idris (P): ‘Tu gente está arrepentida, y Yo que soy Benevolente y Misericordioso los perdono, y la suspensión del castigo depende de tu petición hacia Mi’. Idris (P) no dio importancia a lo solicitado por su Señor.
Entonces Dios ordenó al Ángel encargado que suspendiera el sustento de Idris (P) y sus compañeros. Durante tres días Idris (P) no ingirió alimento alguno y en forma de reproche dijo: ‘¡Oh, Dios mío! ¿Antes de quitarme la vida me Has quitado el sustento?” Y Dios le contestó: “Únicamente Te he suspendido tres días el sostén y te has vuelto un imposibilitado. ¿Cómo es posible que no pienses en tu gente que desde hace veinte años está sufriendo hambre y sed? Por otro lado, cuando Te pedí que te compadecieras de ellos, fuiste desagradecido, ahora que así lo quieres, ¡levántate! y al igual que ellos, ve en busca de tu alimento’. Idris (P) hambriento entró a la ciudad y vio que salía humo del fogón de una de las casas. Sin perder tiempo se dirigió hacia ésta en donde encontró con una anciana que rehogaba dos panes en aceite. Se acercó a ella y le pidió que le obsequiase un pan. La anciana le dijo: ‘¡Oh, servidor de Dios! Después de la imploración que hizo Idris no me quedó nada para que pueda dárselo al mendigo. Es mejor para que consigas algo te dirijas a otra ciudad’. Idris (P) nuevamente insistió que le diese un trozo de pan para que por lo menos tuviese las fuerzas suficientes para ponerse de pie, a lo que la anciana le respondió: ‘Una porción de ese pan es de mi hijo y otra es mía Aquel de nosotros que no coma, sin duda morirá’. Idris (P) siguió insistiendo hasta que la anciana le dio la mitad del pan que pertenecía a su hijo. Cuando éste llegó y vio lo sucedido por el enojo y miedo que sintió, murió.
La anciana culpó a Idris (P) por la muerte de su hijo; entonces para calmarla le dijo: ‘¡No os preocupéis! Yo, con el permiso de Dios, regresaré el alma a su cuerpo’. Al ver la anciana que su hijo recobró la vida tuvo fe en el Profeta Idris (P), en ese momento se dirigió al centro de la ciudad y en voz alta grito: ‘¡Albricias! ¡Albricias! Idris se encuentra nuevamente entre nosotros’. Los habitantes de la ciudad lo rodearon y le contaron las dificultades que habían soportado durante veinte años; y pidieron a Idris que implorara a Dios que les quitara el castigo. Idris (P) les explicó que eso sería posible en caso de que todos los habitantes de la ciudad acompañados por el rey se presentaran ante él con las cabezas descubiertas y los pies descalzos. El rey contumaz, eligió a veinte de sus subalternos para que capturaran a Idris (P) y lo trajesen ante él. Idris (P) quedó atónito al ver la rebeldía del rey y fue por ello que les quitó la vida. Esta vez el grupo enviado por el rey fue de cincuenta que al encontrarse con los cadáveres del grupo anterior replicaron a Idris (P) diciéndole: ‘Aproximadamente veinte años atrás, como consecuencia de tus invocaciones, nos pusiste en dificultades con la Ira de Dios, y ahora te comportas así con nosotros. Dinos ¡¿que es lo que te ha sucedido?!’. Idris reiteró su petición y finalmente, el rey acompañado por la gente se presentó con humildad ante él (P) y le pidieron que implorara a Dios por su bendita lluvia. Idris (P) aceptó y no tardó mucho en que se soltara una abundante y larga lluvia acompañada de luminosos rayos y fuertes truenos que anegó toda la región y tierras cercanas a ésta de tal forma que la gente pensó que en cualquier momento serían presas de un diluvio”[1]- [2]
[1] . “Kamal Ad Din”, p. 127 - 133; “Bihar Al Anwar”, t.11, p. 276.
[2] .  Vida de los Profetas, 79

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