La inclinación por la belleza externa P3

Mié, 11/03/2021 - 08:34
foto, islam, belleza

El hombre como una criatura que vive en este mundo, posee una primera captación de la realidad a través de los sentidos y para alcanzar un nivel de comprensión más alto primero debe pasar por este grado básico. Atendiendo a este hecho elemental, el Generoso Corán convoca al hombre a reflexionar buscando los signos del Señor y Creador del mundo en los aspectos externos e internos de la creación. “Por cierto que en la creación de los cielos y de la tierra, en la sucesión de la noche y el día, en las naves que surcan el mar para beneficio del hombre, en el agua que Dios hace descender del cielo, con la cual vivifica la tierra después de haber sido muerta, diseminando por ella toda clase de animales, en la variación de los vientos, en las nubes sometidas entre el cielo y la tierra existen signos (de la Esencia de Dios y Su Unidad) para aquellos que razonan.” (2:164) Y también dice : “Pronto les mostraremos Nuestros signos fuera y dentro de vuestras propias almas hasta que sea claro para ellos que él (el Corán o lo que el Corán señala, es decir Dios Mismo) es la verdad.” (41:53) 7 Vemos que el Corán convoca al ser humano respondiendo a las necesidades de su naturaleza innata, a la meditación a través de la contemplación de las bellezas externas del mundo material. Por eso, desde el punto de vista coránico, la contemplación por medio de los sentidos de la belleza externa de las cosas es un medio para alcanzar la verdad. Dice el Sagrado Corán : “Hemos engalanado el cielo aparente con el resplandor de las estrellas.” (37:6) Y también declara : “¿No reparan acaso en el cielo que está encima de ellos, cómo lo Hemos edificado y adornado, carente por completo de fisuras?” (50:6) Las aleyas expuestas nos muestran claramente que la inclinación de los sentidos hacia la belleza externa de la creación debe ser un instrumento para la contemplación, la reflexión, el crecimiento y para que la gente se encamine hacia la verdad. Cuando reparamos en la belleza externa de una flor, el brillo de sus colores, la suavidad de la textura de sus pétalos, la dulzura de su aroma, la armonía de su forma, etc., el alma misma percibe estas cosas como bellas. Tal percepción de la belleza es física y depende de los sentidos, pues sin ellos no podríamos captar estas cuestiones. De ahí que los sentidos poseen un importante valor positivo en la apreciación de la belleza. Esto siempre que no incite a la fuerza de la pasión, lo cual daría lugar a un efecto moral negativo trayendo malas consecuencias (pues la dimensión humana del ser sufre y se apena aunque la dimensión animal goce y disfrute). Si tal cosa ocurre, el objeto en sí no es bello, pues la correcta norma de belleza contiene un factor de crecimiento del ser, en tanto que en este caso se trata de un factor de degradación. A través de los sentidos, el alma repara la belleza externa de las cosas. Es el intelecto quien va a determinar el valor real de tal belleza. Pues la belleza que sólo es externa, es fugaz y pronto desaparece. El mero paso del tiempo o cualquier circunstancia accidental se llevan tal belleza y la extinguen. El instinto innato del ser humano lo que en realidad busca es la belleza y el goce permanentes. El buscador de la perfección guiado con la fuerza innata de su corazón no se detendrá ante los placeres que pasan y se esfuman rápidamente. Ha dicho el Imam Alí (P) : “No hay goce verdadero en una pasión que desaparece.” (Sharh Gurarul Hikam, tomo VI, pag. 393) Por más que la belleza externa, tangible, otorgue al alma una alegría momentánea y un grado de tranquilidad, tal estado no le trae en realidad la felicidad ni la enriquece. Por el contrario, la calma se pierde rápidamente y surgen los problemas que vienen aparejados por buscar tal belleza. Esto es una condición de la dulzura del mundo. 8 El Imam Alí (P) ha dicho : “La dulzura de este mundo produce la amargura del más allá y trae las malas consecuencias (tanto en este mundo como en el otro).” (Sharh Gurarul Hikam, tomo III, pag. 398) La belleza tangible es dulce y agradable para el alma, pero si no beneficia a la dimensión humana en su crecimiento trae como consecuencia la amargura y la gran pena en el otro mundo. El mundo material actual con sus proposiciones venenosas ha hecho que la tendencia natural del hombre por buscar la belleza se aboque plenamente a la búsqueda de la belleza tangible, encendiendo la llama de la pasión en las almas con el peor de todos los resultados: que el hombre en su interior considere desagradables las bellezas espirituales y las mire con desprecio. Esta es la mayor desgracia del mundo moderno. La inclinación por la belleza interna o espiritual. La dimensión animal del alma no está capacitada para comprender las bellezas espirituales, pues sólo se encuentra preparada para captar la belleza externa del mundo material.

La inclinación por la belleza interna o espiritual.
Es la dimensión humana del alma quien puede percibir este tipo de belleza. Desde el punto de vista del Monoteísmo, el ser es bello en sí mismo. La belleza de cada ser depende de su grado de existencia. Cada fenómeno en el mundo tiene dos aspectos : uno completamente dependiente de Dios y otro dependiente del límite de su existencia. Este último es defectuoso e imperfecto pues se encuentra limitado por su misma existencia, por lo cual no tiene una belleza real. En cambio el aspecto dependiente de Dios es la belleza verdadera, pues no se encuentra limitada ni es defectuosa. Cuando el Corán afirma que “Ha embellecido todo cuanto Ha creado” (32:7), probablemente nos esté señalando que la existencia de cada ser es bella en su dependencia con Dios. La misma dependencia de Dios es bella y cada fenómeno que tenga lugar en ella es bello. En tal sentido, la belleza depende de la amplitud y capacidad del ser. Por lo tanto, la dimensión humana del hombre es lo más bello de todas las criaturas creadas. Dice el Corán : “Hemos creado al hombre dándole la mejor proporción (la forma más perfecta).” (95:4) También declara : “Os Ha formado armoniosamente. El es el Fin de todo.” (64:3) El hombre posee un nivel de existencia elevado, con una jerarquía especial ante Dios. Tiene la capacidad innata de su intelecto para comprender la realidad de las cosas y el Monoteísmo, lo cual lo hace una criatura singular. Esta condición es lo 9 más bello que existe en la creación y es una belleza que acompaña al alma humana. Si el hombre alcanza a conocerse a sí mismo y visualizar esta belleza, se hará un buscador de la belleza espiritual, la cual se pondrá de manifiesto en su conducta. Dice el Imam Alí (P) definiendo la belleza: “La belleza del hombre es su benevolencia y amabilidad.” (Sharh Gurarul Hikam, tomo III, pag. 356) “La belleza del hombre es su paciencia y dignidad.” (Sharh Gurarul Hikam, tomo III, pag. 362) “La belleza interior es la buena intención.” (Sharh Gurarul Hikam, tomo I, pag. 313) “La benevolencia es el adorno de la moral.” (Sharh Gurarul Hikam, tomo I, pag. 74) “La belleza del intelecto es tanto interior como exterior” (Sharh Gurarul Hikam, tomo III, pag. 382) “La ciencia es una belleza que no se oculta.” (Sharh Gurarul Hikam, tomo I, pag. 381) “La veracidad es la belleza del hombre y la base de la fe.” (Sharh Gurarul Hikam, tomo II, pag. 143) “La obra correcta adorna (o embellece) al hombre.” (Sharh Gurarul Hikam, tomo IV, pag. 199) El hombre bello es quien pone en práctica las características provenientes de parte de Dios y manifiesta las virtudes de su interior. Entonces, el interior del alma humana es bello, en tanto que la manifestación de tal belleza es mostrar en la práctica las virtudes.

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