En la madrugada de 19 de Ramadán del año 40 de la hégira (661 D.C), en mezquita Kufa en Najaf, la espada de Ibn Mulyam golpeó en la parte posterior de la cabeza del Imam Ali (P), hiriéndole hasta su luminosa frente; las primeras palabras que pronunció tras el suceso, fueron:
“¡Juro por Dios de la Kaaba que he triunfado!”
Bañado en sangre, lo llevaron a su casa. Durante dos días estuvo recostado en su lecho de muerte pero, aún así, pensaba en el bienestar y necesidades de la gente... y, a pesar de que el Profeta (P), y así mismo Ali (P), en repetidas ocasiones habían predicho y anunciado a sus sucesores, primero su hijo Hasan y luego Husain, y así
hasta el duodécimo Imam, nuevamente, en estos últimos momentos de su vida para completar su misión, lo reiteró una vez más a la
gente.
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